jueves, 3 de mayo de 2012

EN LA BOCA DEL LEÓN

Aunque parezca mentira, una nueva mudanza me está acechando. La Esso ha decidido trasladarse al "hijo" del gran edificio de La Unión y el Fénix en el paseo de la Castellana.

me refiero al edificio que se ve a mano izquierda
Se trata de un edificio mucho más moderno que el que ocupábamos en la calle Félix Boix, pero he salido perdiendo en espacio vital. El despacho que heredé de Murphy era grandioso, 50 m2 por lo menos. y el nuevo no pasará de los 20. Mi secretaria, la Sta. Guimerá, se ha quedado sin despacho y le ha correspondido un trozo del pasillo, por lo que está de un humor de perros.

Coincidiendo con la mudanza, empiezan a  notarse movimientos extraños dentro de la organización. Aparece un argentino con el encargo, según parece, de liquidar las inversiones hechas en España. La impresión que tenemos es que el grupo ESSO se ha cansado de esperar la autorización para establecerse como distribuidor minorista, en otras palabras, estaciones de servicio en todo el país como le habían prometido. Ante el monopolio CAMPSA no hay nada que hacer.

Empiezan vendiendo Amoniaco Español, luego Productos Químicos Esso y, finalmente, la fábrica de fibras en Zaragoza. No sabemos qué pasará con la refinería.
Sospechamos que la actividad se va a reducir a la comercialización de productos químicos, eliminando toda actividad productiva.

Aquí aparece de nuevo la inquietud por un futuro profesional que consideraba consolidado. Si permanezco en ESSO tengo un cargo bien remunerado y de prestigio para muchos años, aunque quede devaluado por la desinversión.

Resuelvo buscar trabajo en otra empresa donde hayan oportunidades de avance que en ESSO España se han agotado. Este anuncio llama mi atención, no tanto por el sueldo sino por un bono adicional que ofrecen según el rendimiento anual:


En abril de 1973, a mis 47 años (*), entro a trabajar en SESA (Standard Eléctrica), una empresa de reciente fundación bastante más importante en España que la ESSO. SESA había sido formada con la parte de Telefónica dedicada a la fabricación de centralitas telefónicas y otros equipos. El principal accionista es ITT, la multinacional por excelencia.
No voy a entretenerme detallando mis experiencias en SESA que fueron magníficas, por un lado, pero frustrantes la mayoría de las veces. Mi primer lugar de trabajo estaba en la fábrica de Ramírez de Prado, un lugar poco recomendable para una oficina y más aún durante los años tumultuosos previos a la muerte de FF.

Hablaré sólo de los buenos recuerdos de mi paso por esa gran empresa. En primer lugar la buena amistad conseguida con los nuevos empleados que ingresaron al mismo tiempo que yo. Silvio Lazzerini, chileno, había sido nombrado Jefe de Auditoría. Santiago Marzo, un vasco, era el Jefe de Impuestos. Jaime Ginard, mallorquín,  Asistente al Interventor para contabilidad, al igual que yo como asistente al Interventor para estados financieros.
A este selecto grupo se incorporaron más tarde Enrique Fraga, que había sido mi sucesor en Amoníaco Español y  Antonio Robles, anterior asistente al tesorero de ESSO. Ambos también huyendo de "la quema" como yo.

En SESA se celebraban muchas reuniones (demasiadas en mi opinión), tras las que solíamos comer en algún restaurante de categoría. El compañero Marzo, como buen donostiarra, era considerado el mejor gourmet y muchos esperában a ver lo que pedía del menú antes de ordenar lo suyo. También se me reconocía a mí un alto rango en esa categoría, aunque inferior al de Marzo. Algunas de las reuniones se celebraban en hoteles, sobre todo los cursos de entrenamiento que constituían otra de las manías de la empresa. Uno de esos cursos se celebró en Ávila, un lugar muy adecuado para la meditación y el recogimiento, pero que muy pronto Marzo y yo le encontramos el gusto, descubriendo un restaurante donde servían unas alubias del Barco de Ávila y un cordero para chuparse los dedos.

En ocasiones me tocó dirigir alguna conferencia, como ésta, sobre control de costos:




En enero de 1974 me enviaron a un curso de alta dirección en Fontainebleau, cerca de París, en la famosa escuela de gerencia INSEAD. El curso duraba dos semanas y acudían empleados de otras compañías ITT en Europa. Era francamente bueno y puedo calificarlo como el de más categoría a los que he asistido.  Utilizaban el sistema de estudio por grupos que ya conocía de anteriores ocasiones. Se estudiaban casos reales de problemas empresariales que habían sido enviados a INSEAD para su análisis y solución.




Nos alojábamos en un hotel cercano, ya que el campus estaba reservado para los estudiantes de los cursos de MBA de diez meses, pero comíamos en su cafetería , bastante mal, por cierto,a pesar de la estupenda tabla de quesos de postre. A los pocos días me dediqué a explorar los alrededores a ver si encontraba un sitio más acorde con la fama culinaria de Francia.  En Fontainebleau me sorprendió la vista de unos magníficos rodaballos cocinándose en un asador vertical. Sin dudarlo, entré en el local  y pedí "uno de ésos" en mi precario francés, olvidado tras tantos años concentrado en el inglés. Resultó una comida exquisita, complementada con la clásica tabla de quesos y el vino del lugar.

Llegué retrasado al aula magna, donde se celebraba una conferencia sobre relaciones humanas, dispuesto a echar, disimuladamente, una siesta. para lo que me senté en la última fila.


Desafortunadamente, el profesor me pidió que bajara para interveniren la escenificación de un caso típico en las relaciones hogareñas. Se trataba de convencer a una cursillista, alemana por cierto y que hacía el papel de mi esposa, de que la imaginaria empresa londinense donde trabajaba, , me iba a transferir a Melbourne y teníamos que mudarnos allí con nuestros hijos. Me pareció un caso sencillísimo, después de mis variadas experiencias sobre el tema. Pero la puñetera alemana no era, ni por asomo, tan comprensible como Maite y casi terminamos a bofetadas.

Al terminar el curso, me reuní con Maite en París, donde habíamos quedado en encontrarnos para pasar unos días. Nos hospedamos en el hotel Suecia, al final de los Campos Elíseos y lo pasamos francamente bien, visitando casi  todo lo que suelen recomendar que se vea en París, de día y de noche.

Volvimos a Madrid en tren y cuando pasábamos por Irún, hacia las 4 de la madrugada, nos despertaron para hacernos una inspección policial a fondo, de la que salimos sin cargos, aunque nos  jorobaron el sueño tan difícil de conciliar en el coche-cama  Parece que nuestros apellidos vascos sonaron sospechosos a los celosos guardianes de la frontera, pues más tarde me comentó el empleado de Wagon Lits que habíamos sido los únicos beneficiarios de tan desagradable visita.


(*) Según me dicen, hoy día los de esa edad lo tienen crudo

8 comentarios:

  1. En primer lugar mis felicitaciones muy sinceras por su facilidad para lograr tan facilmente puestos de alto directivo en grandes empresas. Algo muy dificil para cualquier españolito por sus carencias de idiomas y de mundo en aquel entonces. Los españoles no sabían en 1973 casi nada sobre el modo de vivir de ingleses, franceses, alemanes o yankees.

    Lo que le decía el otro día : Ud. Don Bwana era y es un MINISTRABLE de tomo y lomo con todas las cartas en el bolsillo.

    La anécdota de la alemana me recuerda a que en 1960 estuve en Alemania y las germanas eran lo más parecido a una mula baturra, con baturro incluído.

    Me lo he pasado muy bien leyéndole.

    Lo del tren en Irún y la inspección por lo de los apellidos vascos era lo habitual, además era una época en que los etarras intensificaron sus acciones contra policias, militares y guardias civiles. Recuerdo que mis viajes a Andorra y a Alicante en coche con matricula S.S. suponia una parada en cada control de guardia civil, y solía haberlos en todas las carreteras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eran otros tiempos y todavía estaba el terreno muy virgen para los que veníamos de América. Los métodos modernos de administración de empresas estaban en pañales.
      La Claudia Schiffer ha sido la gran excepción a las mulas baturras, aunque en Hamburgo pude apreciar algunos ejemplares que podrían competir con las primas.
      En mi caso se apaciguaron los guardianes porque el DNI certificaba mi nacimiento en Barcelona.
      Muy agradecido por sus amables comentarios. Es Vd. un caballero.

      Eliminar
  2. Lo mejor para esos viajes al extranjero aliñados con apellidos vascos era barba de dos semanas, ahí sí que tenía garantizada la inspección de bajos incluida por el mismo precio.

    En cuanto a las alemanas haré una reinterpretación de un comentario de Ussía en uno de sus libros y es que según él (quien a su vez reflejaba la cita de un escritor), la mujer más femenina de Europa es un francés, pues bien, el tio más bruto de Europa es una alemana.

    Y poco más, háyome todavía convaleciente de mis vacaciones gastronómicas por las tierras del gran Tella (magnífico anfitrión por cierto) y no me se llega la sangre a la cabeza, sigo haciendo la digestión de los chuletones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Afortunadamente aún no tenía papada y todavía no necesitaba una barba ad hoc.
      Como le digo a D. Javier y sin negar la mayor, he visto auténticas bellezas de nacionalidad germana-aria.
      Le alabo el gusto: un paseo por esa ciudad tan preciosa y, además, compartiendo mesa y mantel con el Ilmo. don Javier, tiene que ser una experiencia extraordinaria.

      Eliminar
  3. Mmmm.... Por que en los anuncios de empleo que he visto en este relato, los cargos aparecen siempre en ingles, aunque la descripcion y detalles esten en castellano?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguramente les parecía que el título del cargo en inglés tenía como más cachet.
      Saludos

      Eliminar
  4. Usted demuestra con su facilidad para cambiar de trabajo, que no era trabajo lo que faltaba, tal vez era que faltaba personas preparadas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si señor; había poca competencia y mucha demanda. Felices años....

      Eliminar