miércoles, 11 de abril de 2012

TOMA DE DECISIONES

En las reuniones con los amigos, siempre sale el tema de "volver a España". Manolo Villa, uno de éllos, es sevillano y no se pierde una feria de Sevilla ni por asomo, a pesar de la distancia y el costo del viajecito. "No puede existir nada mejor en el mundo," dice.

Además de los continuos comentarios de los paisanos sobre las maravillas de España, mis padres me escriben destacando las ventajas de nuestro país de orígen y lo bien que se encuentran allí. Entre todos han conseguido despertarnos "el gusanillo" y decidimos hacer una inspección "in situ" para comprobar si es oro todo lo que reluce. Dicho y hecho, me largo hasta Barcelona y paso una semana con mis padres.

A base de halagarme el estómago con exquisiteces  catalanas, como las que siguen:

Habas a la catalana

Bacalao a la llauna
Brazo de gitano con nata

y de disfrutar del orden y la educación imperantes en la ciudad,  llego a la conclusión de que estamos desperdiciando la vida en Cardón.  Además obervo que  los precios de los artículos de consumo son muy inferiores a los de Venezuela.
Acompañado por mis padres, voy a ver unos terrenos en Castelldefels que me recomendaban para invertir mis ahorros. Comprar bienes inmuebles no me atrae lo más mínimo (estaba hecho un águila) por lo que rechazo la idea.  En fin, en medio de un mar de dudas , regreso a  Cardón, donde me espera una sorpresa:

Maite me está esperando en el aeropuerto de Punto Fijo ¡al mando del Humber!.
Ha sacado el carnet de conducir y lo hace estupendamente.

Cuando  le cuento  lo que creo haber visto, empezamos a plantearnos seriamente si no será una buena idea dejar Venezuela. Un factor importante que consideramos es la educación de nuestras hijas. También será decisivo el capital que vamos a cobrar por tantos años de contribución al Fondo de Ahorros Shell. Con los precios que he observado en España, podremos vivir allí sin ningún problema económico.

Por si hubiera poco impulso, en aquella época empieza a correr el rumor, entre el personal petrolero, de que el gobierno va a  intervenir el Fondo de Ahorros que administraban tan eficazmente las petroleras, para meter mano en un capital de muchos millones de bolívares. Como la mayoría del personal no se fía del gobierno socialista de Acción Democrática,  que  no va a soltar el mando por una buena temporada, empieza a cundir el temor a perder un capital que se consideraba como la solución al inexistente plan de jubilación del Estado.

Estas noticias son el detonante final para decidir nuestra marcha. La alternativa era continuar en Shell, donde casi con seguridad, mi siguiente destino sería alguno de los campos petroleros (Cabimas, Bachaquero, Lagunillas, etc.) o un posible regreso a Caracas. Pasar más tiempo en otro campo petrolero nos parecía inaceptable. En cuanto a volver a Caracas, las noticias que nos llegaban eran preocupantes. Claro que dejar una carrera de 20 años y la seguridad de un empleo en la Shell eran factores que dificultaban tomar tan drástica solución, pero nuestro espíritu aventurero fue determinante para decidirnos.

A finales de 1963 tuve oportunidad de comunicarle mis intenciones a Jan Boer, cuando estábamos analizando el rendimiento del personal para los aumentos de sueldo anuales. Quedó muy sorprendido al principio pero, al escuchar mis razones, cambió de postura:
"I wish I could go back to civilization like you"

Los días siguientes fui sometido a una serie de entrevistas por diversos funcionarios de la empresa, debido a la política de Shell que exigía un informe completo de las razones de las renuncias de empleados "senior" o sea, de categoría grupo 6 o superiores. En empresas petroleras, los grupos salariales ascienden en sentido inverso, es decir, el más alto sería el grupo 1. Pensaba que era cosa de los británicos, por su manía de llevar el sentido contrario, pero más adelante comprobé que es usual en otras empresas del ramo. 

En aquel momento, estaba en el grupo 4, con un sueldo de 4.500 bolívares, lo que equivalía a mil dólares, unas 60.000 pesetas de la época.  

Los compañeros me hicieron un agasajo de despedida, oportunidad que aprovechó Jan Boer para entregarme el emblema de 20 años de servicio:


A principios de marzo de 1964, Maite y las niñas se trasladaron a casa de mis suegros en Caracas, mientras yo ultimaba el cobro de mis prestaciones y liquidaba algunos utensilios. Por cierto que la venta del Humber representó un disgusto para Maite, que ya lo consideraba suyo. Tuve que prometerle que tendría otro coche en España, promesa que me costó casi diez años cumplir.

Resueltos a no tentar los peligros de la navegación aérea en familia, nos embarcamos en el "Irpinia", de la línea italiana Grimaldi, que hacía el trayecto La Guaira/Barcelona:


En esta ocasión Maite se preparó médicamente y tuvo un viaje mucho más tranquilo que en el "Antilles". Para mi , aunque este barco estaba mucho más limpio, la comida y las fiestas eran muy inferiores a las del trasatlántico francés.

Mucha parafernalia italiana antes de las  comidas pero nada más.



Las pequeñas no lo pasaron mal en las fiestas infantiles:




He estado conversando sobre España con un pasajero que resulta ser director  de Price  Waterhouse en Barcelona. Me dice que pase a verlo si tengo que buscar trabajo. 
Llegamos a Barcelona el 14 de abril (¡curioso!) y con gran emoción por volver a poner los pies en nuestra patria. Nos esperaban mis padres y nos trasladamos a Sallent donde, como mencioné, mi padre era  médico titular.


El pueblo era de lo más aburrido que pueda uno imaginarse y la casa que tenían mis padres era bastante tétrica. Empecé a buscar piso en Barcelona y encontré un ático en la calle Urgell, esquina Gran Vía. Trasladamos los baúles con ropa que habíamos importado y empezamos a darnos cuenta de lo atrasada que estaba la ciudad en cuanto a comodidades modernas. Después de discutir con amigos y familiares a qué negocio podía dedicarme o dónde colocar mi capital, que al cambio, era de millón y medio de pesetas, entre las cosas que me recomendaron y que me parecieron absurdas, estaba la compra de coches y dedicarlos al taxi. Me hablaron de la Bolsa, pero como no conocía los misterios de esa institución en España, ni me atraía la dirección de taxistas, resolví buscar  un empleo. No me gustaba la idea de continuar en "desahorro"  permanente.

13 comentarios:

  1. Con su relato del nuevo viaje me estan entrando ganas tambien de hacer un crucero...Veo que en la mejor edad, los treinta y tantos con la vida solucionada gracias a su trabajo en la Shell, lo dejan todo y vuelven ustedes a mudarse con toda la familia.....y le he perdido la cuenta ¿cuantas mudanzas llevan ya?.

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    1. No está mal. Con millón y medio de pesetas ahorradas, en España un Seat-600 costaba unas 60.000 pesetas, un Simca-1000 unas 80.000,- y un piso alrededor de entre 150.000 a 300.000,-.

      Sospecho que sentiría nostalgia de la empresa y sus amigos de Venezuela aunque se simtiera en tierra propia. En aquella España el "aire acondicionado" consistía en algún ventilador de aspas o un abanico de mano. Ya estaban los tecnócratas del Opus (Lopez Rodó, Lopez Bravo, etc.)gobernando y Fraga era el sol refulgente del Régimen, construyendo Paradores a todo meter. Aún a las playas de Sitges o Salou sólo iban los muy burgueses. Casi descubren petroleo en Burgos, según afirmaba la prensa del Movimiento.

      Suspicio que no estaría mucho tiempo residiendo en Barcelona, ciudad en la que mangoneaban los industriales del textil aposentados en las villas de Pedralbes, en donde ahora el Urdangarin se ha agenciado un palacete.

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    2. Dª Anita:
      Cuando termine esta historia, haré un conteo. De momento no hemos hecho más que empezar, ¿sabe?

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    3. D. Javier:
      Efectivamente ya veía por televisión que los López Rodó, López Bravo y Fraga trataban de modernizar algo el país con su Plan de Desarrollo. Si yo hubiera tenido un poco de vista podría haber aprovechado tantas oportunidades abiertas en aquellos momentos. De todas maneras no puedo quejarme de mi trayectoria española.
      Supone Vd. bien, pronto marcharemos fuerea de Barcelona, como es costumbre de la casa.

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  2. Virgen santa Bwana, ya nos hemos "comido" 20 años en Venezuela, y las mudanzas siguen siendo constantes. Algo me dice que hicieron bien en dejar Venezuela a tiempo.

    Lo mejor de todo ha sido comprobar lo claro que tenía que lo de invertir en inmuebles no resultaba atractivo.

    Las cifras de la época no me resultan familiares pero leyendo los ejemplos de Tella se entiende lo del ático en Barcelona.

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    1. Así es, Venezuela, sin nosotros, fue descomponiéndose paulatinamente.
      Supongo que lo que dice sobre los inmuebles tiene sorna. Si hubiera comprado esos terrenos en Castelldefeld, me habría puesto las botas.
      Con el dólar a 60 pesetas y el bolívar a 13, todo parecía baratísimo.

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  3. Bwana, como pasa el tiempo 20 años.

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  4. Bwana, estoy expectante de conocer como le ha ido esta etapa en España.

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    1. 20 años trabajando para Shell, pero 25 de estancia en Venezuela. De cómo me ha ido en España, estupendamente.

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  5. Jopé, llego tarde a comentar la Gran Mudanza. Un viaje de muchos días con baúles y toda la parafernalia; mudanza de país y de continente, y encima con tres criaturas. Eso es afición. Por cierto, los disfraces de las niñas eran de papel pinocho y en la fabricación intervenían los niños que viajaban en el barco (comienzan mis recuerdos con algo de nitidez...)
    Un abrazo y buenas noches.

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    1. En dirección contraria, aunque con las criaturas más talluditas, mi madre hizo un viaje parecido. En tercera clase, por cierto.
      Lo de los disfraces de papel no lo recordaba; otra parafernalia más de los italianos.
      Otro abrazo

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  6. El Sr. Boer si que sabia, como usted Bwana!
    Su familia le tiene qie estar muy agradecida por la decision de volver al mundo civilizado.
    Saludos afectuosos

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    1. En efecto, me han dado las gracias varias veces.
      Saludos

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