miércoles, 25 de abril de 2012

LEAVING MALAGA

Durante mi estancia en Málaga recibí algunos obsequios de Navidad por parte de proveedores y bancos. Se lo notifiqué a "Cape" Harney para saber cuál era la política de la compañía en estos casos. Como algunos regalos sobrepasaban los cien dólares del límite, de  una caja de 12 botellas de whisky que envió un generoso banquero, repartí  11 botellas entre mis empleados. Harney me había advertido que no era recomendable rechazar los obsequios, ya que se trataba de una práctica muy extendida en la zona. Mi familia estaba sorprendida y encantada con las cosas que llegaban a casa.

Durante 1968 reorganicé el departamento, colocando a los empleados que consideraba más eficientes al frente de las secciones más importantes y deshaciéndome de 4 maulas que logré colocar en otros departamentos. Como ya he comentado mi jefe directo era Harney, en Málaga, pero tenía otros dos en Madrid que eran supervisores funcionales: Murphy, el Controller y De Leener, el Tesorero.

En marzo de 1970 me notificaron que me transferían a Madrid, al cargo de "Coordinador de contabilidad financiera", a las órdenes de Bill Murphy. Sorpresivamente la vuelta a la capital no fue muy bien aceptada por la familia. Mis hijas se habían adaptado perfectamente a Málaga y tenían numerosas y buenas amistades.

Ana y "Chipi" Padilla

Maite también pasaba muy buenos ratos con sus amigas del entorno. Contribuía a nuestro disfrute del lugar las excursiones que realizábamos por los alrededores: Torremolinos, Nerja,   Torre del Mar, etc.  y la amabilidad típica de los andaluces.

De excursión por los montes de Málaga

Cuando me hicieron la clásica cena de despedida, Fred Moulton había reemplazado a Harney como gerente. Era un americano mucho más humano que su antecesor, pero estuve a sus órdenes sólo cuatro meses. Bueno, al menos me entregó la clásica estatuilla de "El cenachero", regalo típico a los que se van de Málaga:


Como las niñas estaban en pleno curso de estudios, decidimos que se quedara Maite en Málaga con éllas hasta julio, marchando yo a Madrid, aunque procurando ir a Málaga todos los fines de semana. Así lo negocié con la empresa y comencé la etapa más viajera de toda mi vida. Unas veces en avión y otras en tren la noche del viernes hacía el viaje de ida, volviendo a primera hora del lunes a Madrid. Las empresa me pagaba los viajes y el alquiler de un apartamento en la calle Doctor Fleming, muy cerca de la oficina, en plena "Corea", o "costa Fleming" para algunos. También mis comidas corrían por cuenta de la compañía mientras estaba en Madrid, de manera que tuve la oportunidad de conocer los buenos restaurantes de los alrededores, entre los que prefería el "Príncipe de Viana". Al mes decidí cambiar a lugares de comida casera para apaciguar algo los crecientes ardores de estómago.

Al amigo Smith también lo habían transferido a Madrid como director de marketing de Esso Chemical. Para conservar nuestra buena forma física conseguida en Málaga, nos inscribimos en un club de judo en la calle Ibiza, donde pasamos los exámenes para optar  al "cinturón marrón". El profesor de judo no tomaba en consideración que éramos ya unos tíos talluditos y nos ponía a practicar competición con chavales de 20 años. Uno de éllos era un gordo de 90 kilos que me pisó el pie mientras me hacía un "osoto gari", dislocándome el pie derecho. Me colocaron una escayola y me dijeron que mantuviera el pie en alto (cosa complicada si no está uno acostado en la cama).

Dió la coincidencia de que, tres días después, tenía una conferencia de Esso Chem en París a la que no podía faltar. Provisto de una elegante muleta, hice el viaje sin problemas, pasando los tres días que duró la reunión metido en mi habitación del hotel cuando terminaban las charlas y los demás se iban de pachanga por París. Tenía unas vistas preciosas sobre el cementerio de Montmatre, pero me traían una excelente comida a la habitación.

La vista desde mi habitación, esplendorosa

No quise explicar el motivo de mi avería a los asistentes para no dar lugar a la pregunta: "¿Y quién le manda a practicar judo a su edad?". Lo achaqué a una caída.

En vista de mi experiencia en el judo y con el beneplácito de Maite, resolví retirarme de ese deporte. En su lugar escogí otra forma de hacer ejercicio mucho más tranquila, inscribiéndome en el Presidente, un gimnasio que estaba por la calle Profesor Waksman, no lejos de la oficina y donde habían unas instalaciones magníficas. Lo de "mens sana in corpore sano" lo llevaba a rajatabla.

12 comentarios:

  1. Nos ha demostrado y sobradamente, Don Bwana, que trabajar con gringos supone continua movilidad y adaptación de costumbres, como mínimo.

    No está mal ese cementerio de Paris, no parece uno de los muy tristes que solía haber repartidos por España. Por ejemplo, no se ve ningún ciprés, adorno que no faltaba en todo cementerio de la época.

    Conocía esa imagen de la estatuilla pero no su denominación : EL CENACHERO.

    Creo que le convendría practicar deportes violentos de los que ejercita Isra como el juego de La Oca, las Damas o el parchís. Y si se tercia, algún intento de baile de aurresku y de jota maña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El caso es que nunca vi un cenachero de carne y hueso durante mis 2 años en Málaga. Ni el que traía los chanquetes a casa se parecía al de la popular estatuilla. Debe ser cosa del pasado.
      En la actualidad ya estoy para el parchís o la oca. Ni siquiera me atrevería con el aurresku y mucho meós con la jota maña

      Eliminar
  2. Verdaderamente nuestra infancia en Malaga fue maravillosa, con 10 años me comia el mundo, y mis amigas Chipi, y las del colegio Maria Jesus y Amalita nos llamaban el trio calavera..(Una es abogado en Malaga y la segunda se fue a Israel como piloto en las fuerzas aereas de su pais de origen). Ese colegio el Limonar con su nispero en el centro del patio y al que nos subiamos y pelabamos en un pis-pas recibiendo el correspondiente castigo: un estudio de 2 horas (de 18 hasta las 20pm) en el cual jugabamos al superagente 86 ¿algunolo recuerda? con su "zapatofono" que era lo mas parecido a un movil en la epoca..Cuando aprobabamos bien nos premiaban en elcolegio con un lazito azul o rosa, y nos parecia lo mas delo mas..Y esos filetes con limon, porque en Malaga a todo le echan limon.Y la piscina de MaryCarmen y Antonio, vecinos y superamigos con su Guante, el perro de milrazas al que Mama le quitaba los bichos, que eran abundantes. Y rescatabamos dela piscina a murcielagos bebes, trasparentes, a leche con cuentagotas, hasta que conseguian volar, y a gatitos semiasfixiados por algun vecino (en bolsas los tiraban en un intento de acabar con la superpoblacion de felinos)..y jugando al futbol que a mi me llamaban "calambrito" aquel Chuzo, el jugador del malaga F.C., decia: "dale Calambrito" y me jaleaba..Que paraiso D.Bwana, que me ha puesto tierna usted

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es bueno rememorar los buenos recuerdos. Y los tiene mejor que yo, por cierto.
      Un beso

      Eliminar
    2. Familia Reyes, los Chuzos, Chipi y Chini...os tenemos el mismo cariño.
      He recordado está época con ellos hace poco y guardan emotivas imágenes sobre vosotros en la memoria.
      Te envío fotos de Guante, mì hermana y yo en tu jardín y otras.
      Beso fuerte, Calambrito!

      Eliminar
    3. Familia Reyes, los Chuzos, Chipi y Chini...os tenemos el mismo cariño.
      He recordado está época con ellos hace poco y guardan emotivas imágenes sobre vosotros en la memoria.
      Te envío fotos de Guante, mì hermana y yo en tu jardín y otras.
      Beso fuerte, Calambrito!

      Eliminar
  3. Vaya Bwana, de Rodríguez y en plena calle Dr. Fleming... no sé si por esa época ya era conocida la zona pero sí en los 80 (hasta los Desperados le dedicaron una canción en su álbum debut en el 86... aunque me quedo con la de Molly, desvergüenza redneck sureña).

    Y diga que sí, el deporte es güeno, güeno, que se le cruzase gordopilo fue algo "accidental"... y eso que lo de gordo con 90 kg me ha llenado de dudas (yo rondo los 87), espero fuese un enano tacatún desproporcionado.

    ¿ya estamos en 1970?...no me atrevo a hacer apuestas, veremos cuanto dura en la capi.

    ResponderEliminar
  4. Ya era "Costa Fleming" por entonces, pero como si hubiera sido la Costa Azul.
    Anda un servidor muy liado con las cosas del trabajo.
    El gordo de 90 kilos era de mi estatura, poco más o menos. Por éso me lo adjudicaron de contrincante. Un grave error de cálculo por parte del profesor.
    Vamos empezando los años 70 y seré fiel a Madrid por una buena temporada. (Me refiero a la ciudad, no a ese equipo que dirige un tío simpatiquísimo).

    ResponderEliminar
  5. Bwana,ha sido usted un viajero XXL.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ésa es la talla de ropa que tendría que usar si no hubiera parado a tiempo las comidas en restaurantes.

      Eliminar
  6. ¿Cómo se iban a querer ir de allí? Donde disfrutaron de una libertad inimaginable. Donde se podían tener toda clase de bichos y demás parientes. Y además, el mar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El mar termina cansando si se tiene a mano todos los días. Además puede resultar peligroso y si no vea lo que están pasando en las playas del norte con el ciclamato ése.

      Eliminar