lunes, 16 de abril de 2012

DE BARCELONA A MADRID

Como habíamos llegado a España en primavera, no nos afectó demasiado el cambio de clima tropical. A fines de 1964, ya en pleno frío, recibimos la visita de mis hermanas, cuñados y sobrinos .

Aquí podemos ver a Maite, mi hija mayor, con sus primos Santiago y Carlos en el balcón del nuevo piso, convenientemente abrigados:


Reunidos de nuevo, la familia casi al completo, incluyendo a mis padres, pasamos unos días estupendos en el Mas Badó, a 50 km de Barcelona. Los paseos por los alrededores del hotel, aspirando el aire puro, abrían el apetito para disfrutar de la excelente comida.

Los "haigas" de mis cuñados (sendos Mercedes) y mi modesto Opel, a las puertas del hotel.

Después de tres meses en Els Monjos, la oficina estaba organizada, el personal entrenado y el sistema funcionaba perfectamente. Mr. Wolfe me comunicó que la fábrica de Torrejón de Ardoz estaba a punto de terminarse y que debía trasladarme allí para hacer el mismo trabajo, contratar personal, entrenar y poner el sistema contable en funcionamiento.

Hice varios viajes a Madrid para seleccionar personal y buscar un piso para trasladar a la familia. Por cierto, la noticia del nuevo traslado le gustó mucho a Maite que no aguantaba a mis paisanos; el cambio del confort de Venezuela a la Barcelona de 1964 representaron un retroceso en nuestro nivel de vida, especialmente para élla.

Yo estaba tan satisfecho en mi trabajo y encantado con la comida catalana que no sufría los inconvenientes de la rutina diaria. Lo que sí  notaba es que, a pesar de los precios tan bajos, mi sueldo (incrementado a 250.000 anuales) no alcanzaba para cubrir gastos y tenía que acudir al fondo de reserva continuamente. Había repartido el importe recibido de Shell entre pesetas y dólares, a la vez que invertí diez mil dólares en el Fondo de Fondos , conocida entidad norteamericana, propiedad de IOS, que tres años después salió en todos los periódicos por una descomunal estafa. Afortunadamente, me había retirado oportunamente del fondo y pude salvarme del desastre.

Una vez seleccionados los empleados que iban a formar el departamento administrativo de la fábrica de Torrejón de Ardoz y alquilado un piso en la calle Bonn del Parque de las Avenidas, emprendimos el viaje Barcelona-Madrid con gran ilusión, como era nuestra costumbre.

La fábrica de piensos de Torrejón de Ardoz había sido construída bajo la dirección de un norteamericano y de un militar retirado,  que le ayudaba. Por cierto que este último, el capitán Moreno, tenía un genio de mil demonios y protagonizaba una pelotera diaria con el americano. cuando éste le gritaba:
"¡Marina, venga enseguida!"
-Mire usted, mister, no me vuelva a llamar Marina, mi nombre es Moreno, ¿enterado?. Le contestaba
-"Okay, Marina", respondía el gringo.

A veces Moreno se armaba de paciencia y le decía:
-"Haga el favor de repetir conmigo   MO"
Y el otro repetía: "MO"
"Vale, ahora repita- RE"
Y el americano "RE"
"Perfecto, ahora diga  NO"
Y el otro "NO"
"¡Estupendo!, ya lo tienes: MO RE NO"
"Mi comprenda ahora, MARINA", era la contestación de americano.

A pesar de estos pequeños altercados en los que yo tenía que arbitrar, en la fábrica había un ambiente excelente entre empleados y obreros.   En las siguientes fotografías en que estamos preparando unas chuletas a la brasa, celebrando no recuerdo qué,  puede confirmarse el buen ambiente  Los "ejecutivos", como de costumbre, luciendo nuestras elegantes camisas Purina:


Supervisando la preparación artesanal de las chuletas


Simplemente al ver estas fotos, me ha parecido oler un delicioso aroma
Lo que no me gustaba era subirme a los silos a fin de mes, para hacer inventario de los cereales almacenados. Se exponía uno a caer desde 20 metros de altura o que saltara alguna chispa que originara una explosión, cosa no rara en  el almacenaje de granos. Pronto traspasé los trastos al que iba a ser jefe de contabilidad de la fábrica y que tenía menos vértigo que yo.

Otro compañero, Manuel Barrio, había sido trasladado desde Barcelona para encargarse de las compras. Nos hicimos buenos amigos y descubrimos los sitios donde se comían chuletas de cordero a la brasa, aunque tuviéramos que desplazarnos hasta San Fernando de Henares.

Una vez a la semana teníamos la visita de Mr. Wolfe, el gerente, que estaba contento por cómo marchaban las cosas. Me pidió que localizara a un director de fábrica para irlo entrenando. Tras intensa búsqueda, encontré a un capitán de la marina mercante que recibió el beneplácito del jefe. Aquí estamos todo el personal administrativo con los jefes de fabricación:

El chucho se llama León

Desde el Parque de las Avenidas salia a las 7 de la mañana en el Opel con dirección a Torrejón. El intenso frío que empezaba a sentirse obligaba a ir bien abrigado. Similar frío sentíamos en Madrid y la familia entera, sufrimos las consecuencias pillando unas gripes de mucho cuidado. El cambio desde el trópico era demasiado violento y Maite y las niñas estaban hechas una pena. En la zona había un médico, Dr. Restoy, que venía todos los días a ponernos inyecciones (costumbre ésta, el médico viniendo a casa, lamentablemente perdida). Llegamos a plantearnos mandar todo a hacer pugnetas y regresar al calorcito de Venezuela.

Recuperada la salud, decidimos comprar un piso por la misma zona (nosotros celebrábamos cualquier acontecimiento mudándonos).

Conseguimos uno en la calle Bolonia que hacía esquina. Como el mercado de alquiler era iínfimo, hubo que comprar, con gran disgusto de mi parte, conocedor de las desventajas de invertir en inmuebles, según  proclama la teoría económica. Por supuesto, también tuvimos que amueblar la casa de arriba abajo.

No tengo muy buenos recuerdos del sitio porque no había manera de dormir tranquilamente. Entre los benditos serenos y los malditos "trasnochadores amarretes" (los que no gastan en una llave), había un concierto de palmeros llamando al sereno que impedían conciliar el sueño. Para remate, las paredes dejaban  oir las constantes llamadas de la vecina a su marido que, por lo visto, prefería la televisión.

"¡Prudencio, ven a la cama!",  así, persistentemente, de 11 a 1 de la madrugada.

8 comentarios:

  1. DON BWANA
    Es muy divertido su relato de hoy. Y tiene Ud. mucha chispa para explicar los hechos.
    Empezando por el gringo y su "Marina", siguiendo con las visitas médicas que desaparecieron, las chuletadas al aire libre aunque esa parrilla no tiene pinta de ser muy efectiva ( para parrillas de asar chuletas o besugos hay que visitar Guetaria u Orio), y sus muy habituales cambios de morada.

    Lo de los SERENOS era bastante molesto, como dice, porque todo el que se olvidaba de las llaves de su portal se ponía a dar gritos de "sereno, sereno" a las tantas de la madrugada.

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    1. Sus dotes de observador le han permitido descubrir la chapuza de la parrilla. Efectivamente, fue improvisada con algunas piezas sobrantes del taller, pero le aseguro que las chuletas estaban deliciosas, a pesar de todo.
      Tal vez los serenos serían un remedio, hoy día, para espantar a chuzazos a los cerdos que se dedican a ensuciar las paredes con pintadas.

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  2. Hace algunos años dejé el negocio inmobiliario pero un piso de el Parque de las Avenidas cotizaba bastante bien hace un década, además, eso de tener enfrente Torres Blancas y el Hotel Puerta de América América con sus colorines no está mal, por no hablar de los precios de la prospe.

    Ese viaje de Madrid a Torrejón debía ser similar a atravesar el desierto, cuando era peque a finales de los 70 y cogíamos la conti para ir a Madrid lo era, pues imagínese unos años antes.

    Y efectivamente, no voy a decir nada de esas camisas.

    Lo de las parrilladas me ha recordado algo similar que hacía mi padre con sus curritos de Cointra, tenían una cafetera y cada vez que se tomaban un café echaban dinero a la hucha (no recuerdo cuánto), sólo sé que el último viernes de mes se calzaban una barbacoas que no se las saltaba un gitano, y creo que si iba bien el mes se pasaban el día en un asador en la Plaza de San Diego (enfrente de la Universidad Cisneriana).

    Repito Bwana, no voy a decir nada de esa camisa.

    atención, pregunta, ¿quien tenía los cojones necesarios para ponerse a trabajar después de la comilona?... a parte de Vd. lógicamente.

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    1. La carretera de Madrid a Torrejón era estupenda, no en vano estaban los americanos muy cerca. De toda formas, a mi me parecía un trayecto muy largo, preocupado, además, por la situación ilegal (o así lo pensaba) de mi querido Opel y su matrícula turista. Al llegar a Torrejón, lo estacionaba en un garaje que había alquilado para no tenerlo a la vista de miradas indiscretas.
      Después de la chuletada todos volvíamos al trabajo en perfectas condiciones físicas, gracias a un consumo moderado del mosto del lugar.
      Finalmente, observo que le han gustado las camisas. Agradecido.

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  3. Buen barrio eligió usted en Madrid y cerquita de la Carretera de Barcelona. Ahora en frente al otro lado de la M-30 tienen el tanatorio y la gran mezquina de los sunis. En este barrio vivía mi jefe de entonces un tal Carazo. Se hartaría de ver los cazas yanquis dando pasadas, por cierto que por esa zona de la Carretera de Barcelona siempre hubo buenos sitios de parrilladas. Y del frío que me va a contar, hoy mismamente hace un frió del carajo.
    Saluditos.

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  4. Por supuesto, el barrio me venía perfecto para el viaje diario a Torrejón. Además, siempre se podía hacer un desvío, a base de olfato, para encontrar las chuletas a la brasa.
    Del frío de hoy, ni me hable. No recordaba nada igual, precisamente, desde mis viajes a Torrejón.
    Saludos

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  5. Bwana,si a mi que tambien me apellido Moreno me estuviese el yankee llamandome una y otra vez Marina, se hubiese enterado.
    Ha batido el record, dos cambios de domicilio en un plis-plas.
    No me extraña que usted y su familia lo pasasen fatal con el frio de Madrid, viniendo de hn pais calido ya que en esa epoca los inviernos eran inviernos.
    Me sigue molando la camisa.

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    1. Ya se sabe con estos yankees: pronuncian las vocales como les viene en gusto.
      Si le digo que la camisa era de un algodón excelente, ¿le molaría más?

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