martes, 27 de marzo de 2012

DE BILBAO A LONDRES

The Cumberland hotel

Ya estoy de nuevo en este antiguo hotel ubicado en pleno centro de Londres, en Marble Arch donde, como dije, te limpian los zapatos por la noche. A la mañana siguiente, mientras estoy desayunando y tratando de leer un periódico (dificilísimo de entender para mi  nivel de inglés),  aparece una noticia sobre una catástrofe aérea. Dice que "un avión de KLM que se dirigía de Madrid a Caracas cayó al mar al mar, a pocos kilómetros de Lisboa". De repente recuerdo que mi familia viajaba en ese mismo avión y se me atraganta el desayuno. Telefoneo a Bilbao y localizo a Maite. Parece que era el mismo avión pero en el vuelo de regreso.

"No me había dado cuenta de  lo irrespirable que es el aire aquí", me dice Maite. "Ana ha cogido una gripe y las otras dos están bastante pachuchas".
Resolvemos cambiar nuestro Plan de inmediato. Las iré a recoger a Bilbao y nos trasladaremos todos a Londres. Mis intenciones de no pronunciar una palabra en español mientras estoy concentrado en el inglés, se han ido a tomar viento.

Como no hay vuelo Londres-Bilbao, tengo que hacer escala en Madrid. Sin salir de Barajas, pillo un avión a Bilbao y allí me reuno con mi familia. Ha sido un reencuentro  muy emocionante Me cuentan que llegaron a Madrid y se fueron  unos días a Alicante con mi hermana, pero enseguida marcharon a Bilbao. Que no les ha gustado nada lo que han visto de España y que les parece todo muy viejo y oscuro.

Resolvemos marcharnos al día siguiente con un taxista que nos han recomendado. Antes mi mujer quiere presumir de la gastronomía local y me lleva a comer las famosas sardinas asadas de Santurce. He despachado docena y media de ese delicioso manjar y reconozco que mi padre tenía razón cuando elogiaba a la sardina como el pescado auténtico.


A la mañana siguiente nos espera el taxi, un 1500 con bastante mala pinta, pero con un chofer muy simpático y que dice ser un veterano de las carreteras francesas y yo me lo he tragado.  


El viaje a través de Francia ha sido épico, con las tres niñas y parando en cuanto restaurante de carretera encontrábamos. Encima nos ha pillado una tempestad y varias partes de la carretera estaban cubiertas de ramas y árboles caídos. El chofer tenía que andar con mucho cuidado y el copiloto, un servidor, con los ojos como platos. Para colmo el tipo no conocía el camino y se ha despistado en varias ocasiones, perdiéndonos por la zona de Le Mans. Finalmente hemos llegado de noche a Calais y hemos dormido, agotados, en un hotel.

Al día siguiente tomamos el ferry que lleva a Dover y allí agarramos un tren a Londres.Un taxista que nos ha recogido en la estación de Londres, ha mirado de reojo a las niñas y se ha mostrado pesimista cuando le he pedido que nos lleve a un hotel. Según dice, los hoteles no quieren niños de esas edades, pero probará por la zona de South Kensington. Tras recibir la negativa de los dos primeros hoteles, bajo yo solo en el tercero y alquilo una habitación sin mencionar al resto de la familia. Una vez pillada la llave, las saco del taxi y hacemos una entrada triunfal en el hotel. Se produce una sorpresa general y me dicen que tendremos  que marcharnos a la mañana siguiente.
Telefoneo a Mr. Robinson, el jefe de personal de Shell en solicitud de ayuda para encontrar alojamiento y me dice que no está previsto en el reglamento del curso que vaya uno con la familia. Llamo a los Harris, la pareja con la que iba a pasar una semana hablando inglés y acceden, no sin cierta reserva, a que nos hospedemos en su casa mientras encontramos un piso. Mr. Harris es un funcionario de Correos jubilado que me había hablado mucho de su hobby con los trenes eléctricos.


Misteriosamente no ha vuelto a mencionar el asunto y sospecho que ha encerrado sus pertenencias a cal y canto, ante la presencia de gente menuda. Nos han recomendado algunas agencias de alquiler para que nos mudemos y, a los tres días, conseguimos que una viuda, algo estrafalaria, nos alquile la segunda planta de un  chalet en Putney Hill, cerca de Wimbledon. A pesar de unos muebles más antiguos que la propia dueña, tiene un hermoso jardín donde podrán retozar las niñas.

Como  se quejaban del frío, a pesar de que estamos en pleno junio, hemos ido a comprarles unos abrigos a unos almacenes que nos recomendaron los Harris. Nos ha parecido una tienda impresionante, pero algo carilla.

Harrods of London

Unos días después mi hija mayor se siente mal y Maite la lleva a un hospital cercano. Es de la Seguridad Social británica y la tratan estupendamente. El médico quiere hacerle unos análisis y las internan en un cuarto privado a las dos: a la niña, como paciente y a la madre, como acompañante ya que puede traducir al inglés lo que dice la niña. Un trato magnífico que, encima, no nos cuesta nada. Todavía mejor, encuentran a la niña perfectamente sana.

Nos ha impresionado la actuación de la seguridad social de este país. Ignoro cómo funcionará en la actualidad, aunque me huelo que debe haberse deteriorado con tanta inmigración.

10 comentarios:

  1. Cuanta peripecia le acompaña siempre a Ud., don Bwana, allá por donde va. No sé si vive en Madrid pero que se anden con cuidado los Isra y cía. porque Ud. es capaz de provocar terremotos en zonas esteparias.

    Era lógico que la España de los 1960 no les gustara : en comparación al resto de Europa esto era oscuro, silencioso, sin más lujos que unos Seat-1500 que usaban los taxistas porque la población ahorraba para un "600", y en donde lo más diverido eran las tascas. Hasta el tabaco se vendía en los bares ( de contrabando) porque salvo tres marcas de negro los estancos sólo vendian pólizas oficiales para trámites administrativos.

    Las sardinas de Santurce tienen fama pero no les llegan a la alpargata a las de Guetaria, Orio, Fuenterrabia o Motrico.

    Cada día me atrae más seguir esta saga suya porque estamos ya como en una buena novela policiaca de las que cuesta dejarlas. A pesar de que en su relato nunca aparecen policias ni delincuentes. Ni falta que hace.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente, me he enfrentado a muchas peripecias en esta vida, como supongo le sucederá a cualquier hijo de vecino. Lo que puedo afirmar es que nunca me he aburrido y han pasado los años a una velocidad pasmosa, especialmente desde que llegué al "medio cupón" (50 primaveras).
      No he probado esas sardinas que tanto alaba, pero lo haré a la primera ocasión. En Orio disfruté de una rodaja enorme de atún a la brasa que estaba exquisita.
      Muy agradecido por su interés en esta historia.

      Eliminar
  2. La verdad es que está muy bien escrita la entrada.

    pd: que perra la de los hoteles ingleses con los niños. Dan un poquito por el saco con esa cuestión.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ignoro si pasará lo mismo en los hoteles ingleses de 5 estrellas, pero tal vez sea peor.
      Gracias por su comentario.

      Eliminar
  3. Cómo cambia la historia, cómo estaban Venezuela y España antes y cómo están ahora, el resto poco ha cambiado, los ingleses y los franceses siguen igual de desagradables y altivos, gracias a dios las inglesas y francesas, hartas de tanto maricón en sus países, vienen por aquí a dejarse querer (según me cuentan...).

    Me imagino que la Tatcher tocaría algo de esa sanidad... algo que no me importaría hiciesen aquí, estoy bastante harto de que abusen los inmigrantes.

    Yo en Bilbao comí una hamburguesa STUPENDA en el McDonald's, estaba casi tan STUPENDA como la del McDonlad's de al lado de casa (es que me encanta la CBO).

    No deja de sorprenderme... no descartaría encontrarle a Vd merendando con Paquito en El Pardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucho cambiaron las cosas en España y en Venezuela, desde luego. En 1961 estaba más adelantada Venezuela en comodidades para la vida. Años después, se dió vuelta a la tortilla. Hoy día ni le cuento;, ya sabe cómo se las gasta el gorilator.
      Las consultas de la SS están abarrotadas de inmnigrantes, como bien dice. Entre tanto los gitanos se dedican a darle ostias a los médicos. Un buen panorama.
      De las hamburguesas no me fío si no las preparo yo mismo, con carne picada por un servidor.
      A Paco sólo lo he visto en televisión y cuando estaba ya muy cascado.

      Eliminar
  4. DON BWANA
    Este ISRA es un cabroncete, con disculpas hacia Ud. por usar tacos, que trata de comparar la comida basura de su Complutum con un asador de besugos, sardinas o atún con tomate de los pueblos costeros vascos y "Baskos".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde luego, es un pecado hacer esa comparación. Atribuyámoslo a una broma del amigo isra.

      Eliminar
  5. Bwana

    Aunque imagino que, con tanto trajin, poco tiempo habia para dedicarle a nada mas alla de lo que relata, me pregunto que musica escucharia en Londres. No se si ya los Fab Four comenzaban a escucharse...

    De hecho, a estos nuevos capitulos de su magna obra, le falta un "soundtrack"... si me permite la observacion ...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi memoria musical es deficiente y no puedo recordar absolutamente nada sobre el asunto. De años posterires sí que recuerdo la lata que me daban mis hijas con los "beatles".
      Muy bienvenida su observación; procuraré amenizar musicalmente los relatos en lo sucesivo.

      Eliminar