lunes, 5 de marzo de 2012

BODAS

Estamos a mediados de 1952 y se casa mi hermana menor, María Luisa. Conoció a Santiago en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central y, en cuanto Santiago se ha graduado, han contraído matrimonio. Mi padre  prepara una fiesta en casa a todo lo grande y aquello se ha llenado de regalos y de gente. Algunos invitados me preguntan que "¿cuándo te tiras al agua?", a lo que tengo que contestar con evasivas. No me siento preparado para semejante acontecimiento.

En la empresa han aparecido unas chicas recién graduadas en peritaje mercantil y las han asignado a diversas secciones. Van a estar tres meses trabajando con nosotros, tras lo que haremos una evaluación y se decidirá si contratan a alguna. Tengo la suerte de que me coloquen a Olga y a Margot, que compiten entre sí como las mejores alumnas de la escuela. Pronto me doy cuenta de que son más eficientes que la mayoría de los 8 empleados que tengo, por lo que decido proponer la sustitución de los cuatro peores  por las dos muchachas. No solo hace cada una la labor de dos de éllos, sino que la hacen mejor. Ya entonces se valoraba a las trabajadoras por su eficacia, sin necesidad de estupideces como la de "la igualdad".

A mediados de octubre de 1952 los amigos Solís y De Luca me convencen para pasarnos por el Centro Gallego donde se celebran bailes los sábados por la noche. La quinta (chalet) donde está situado, había sido sede de un club deportivo de esgrima y jiu-jitsu, del cual fui miembro durante una temporda.

Después de un vistazo de reconocimiento, saco a bailar a una guapa chica que resulta ser bilbaina, curiosamente llamada Maite  y recién llegada de Inglaterra.


Entablamos una conversación en inglés que, para entonces, yo tenía mucho interés en aprender y charlamos de diversos asuntos mientras bailábamos. Pronto me percato de su inteligencia y de lo interesante de su conversación, tan distinta de la usual en las chicas locales.
Estoy impresionado, le pido sus señas y al día siguiente voy a su casa. Sus padres, de Bilbao, no tienen inconveniente en que salgamos a dar un paseo por los alrededores, lo que me deja estupefacto. Ignoraba que en España estuvieran tan avanzados en relaciones humanas, incluso con Franco.

Para "fardar" un poco,  me he comprado un Ford de Agencia, como se dice aquí cuando el coche es nuevo. Se trata del famoso modelo 52, de 8 cilindros, que traía una serie de innovaciones,  como los pedales colgantes.  Ha sido cosa de firmar unas cuantas letras, muy sencillo.


La fotografía que sigue resume los acontecimientos de los siguientes cuatro meses sin necesidad de cansar a los lectores con historietas románticas:

Los contrayentes, mi madre y el hermano de Maite
Un par de cosas relacionadas con tan magno acontecimiento: Debido a mi antipatía por camareros y fotógrafos ambulantes, le pedí al director de la revista "Caracas Shell" que mandara a su fotógrafo para que auyentara a los que suelen pulular por las iglesias. A la hora de la verdad, no apareció ningún fotógrafo, ni siquiera el de la revista. La que muestro es la única foto de mi boda que, por suerte, sacó un compañero que pasaba por allí.

Lugar donde se produjo el suceso
La segunda cosa a destacar fue la pesadez del cura, monseñor Carrillo, que nos pidió toda clase de papeles antes de casarnos, papeles como fe de bautismo, comunión, etc. que hubo que pedir a familiares que aún vivían en España para conseguirlos a tiempo. El cura, hasta un minuto antes de la ceremonia, me preguntó si me había confesado. Le mentí que sí.
Con la demora por la recepción de papeles desde España, resulta que la ceremonia se celebró, por pura casualidad, el 14 de febrero, fecha todavía no explotada por el comercio con el truco de los enamorados.
Como mi tesorería aún no se había recuperado tras el viaje a Cuba, mis padres todavía arrastraban los gastos de la boda de mi hermana y los padres de Maite acababan de llegar al país con escasos recursos, tuve que hacerme cargo de los correspondientes dispendios. Localicé a un famoso pastelero francés, recién llegado de París y que se había instalado en el garaje de un amigo, que me hizo una tarta de bodas espectacular y deliciosa, a un precio ridículo, porque quería darse a conocer en Caracas. La única pega es que tuve que recoger en mi coche la consabida tarta para llevarla a casa.

Era como ésta, de nata y chocolate sobre hojaldre. Difícil de transportar como copiloto

De alquilar un piso en la avenida Victoria, hacer las invitaciones y contratar (y controlar) a los camareros en la animada reunión que tuvimos en  casa de mis padres, tuvo que encargarse servidor. A las 11 de la noche, Maite y yo hacemos mutis por el foro, agarro el coche, una botella de champán y un pollo asado y nos trasladamos a nuestro pisito.

Ave. Victoria, hoy Gral Medina

10 comentarios:

  1. Qué valor. Así de golpe y sin pensarselo mucho se casa y nada menos que con una BILBAINA. Eso no lo consigue ni Rockefeller con todo su poderío.

    Ahora entiendo sus matizadas defensas de la bilbainada cuando me meto con ellos.

    Cada uno es como es y yo sigo enamorado de esos automoviles que nos saca en esta Memoria de un Hombre de Acción. Ese Ford de 8 cilindros con sus enormes cromados es una preciosidad. Qué lástima que dejaran de fabricar coches con los cromados en los parachoques, manillas y retrovisores. Creo que los Seat 600 aún los llevaban.

    Bueno, ese edificio llamado Iglesia de Santa Teresa habrá quedado ya para los restos como la pirámide de Keops.

    No sé si ahora confeccionan tartas tan bonitas.

    Ahhhh, y una bilbaina sólo podía llamarse de dos formas : O Maite o Begoña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si le soy sincero, me importaba un pito donde había nacido la chica. Tampoco a élla le preocupó mucho enamorarse de un catalán. Una mezcla tan peligrosa de razas resultó fomidable.
      Ese magnífico Ford V-8, que volaba por las carreteras, no es el mejor coche que ha pasado por mis manos. Ya le contaré como era mi Buick Special del 55.

      Eliminar
  2. Encuentra a su mujer perfecta y se casa con ella... no dudé ni un momento de Vd. Bwana.

    Es curioso, cómo tan lejos, es todo tan cercano, un Carrillo, una bilbaina, un pollo asado, si no fuese por ese espectacular coche.

    Me da que retomará el relato unos días después de éste y obviará cómo disfrutaron... del pollo asado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tiene razón, tuve una gran suerte y aproveché el momento.
      Ha vuelto a acertar, no volveré a mencionar el pollo asado.

      Eliminar
  3. Esto fue un aquí te pillo y aquí me caso en toda regla. No me extraña, porque con lo guapa que era no era cuestión de arriesgarse.
    Un beso, Bwana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tuve la fortuna de que mi amor fuera correspondido. Estas cosas no sólo suceden en las novelas, lo he comprobado.
      Gracias por el beso

      Eliminar
  4. Me alegro de ver a dos personas enamorados de verdad.

    ResponderEliminar
  5. Ahora la Avenida Victoria se sigue llamando asi

    ResponderEliminar