lunes, 7 de mayo de 2012

MONTECLARO

Invitados por mi colega Jaime Ginard, fuimos a visitarlo en su recién comprada casa en la urbanización Monteclaro, al lado de Pozuelo de Alarcón. Ginard había aprovechado una oferta de Levitt Bosch Aymerich, una afiliada de ITT (como tantas). Quedamos maravillados por la nueva urbanización, su tranquilidad y el aire puro que se respiraba, por lo que me apunté a la oferta y escogimos una casa tipo Colmenar en una parcela de 1560 metros en la avenida principal. Los cinco millones y medio de pesetas que costaba el invento (*) los financié con el remanente de ahorros que había logrado en Venezuela, la venta del piso y un préstamo del Banco Hispano Americano. Tanto Maite como yo consideramos que esta mudanza era la definitiva. Estuvimos a punto de lograr ese objetivo.

Vista del chalet en sus albores

Vista posterior con los primeros visitantes
El chalet se hizo muy acogedor para familiares de Maite y de mi propiedad, que nos visitaban con regular frecuencia. Una tía de Maite se instaló con caracter permanente para ayudarla, sobre todo en la cocina, donde era muy eficiente. Mis padres, hermanas y cuñados también estuvieron viviendo allí alguna temporada, así como  la madre de Maite , la pobre viajando de Venezuela a España y viceversa muy a menudo, después de haberse quedado viuda.  Lo mismo le sucedió a mi madre, tras el fallecimiento de mi padre en 1973; viajando a casa de mis hermanas en Venezuela, vuelta a España a mi casa y viceversa. Un recorrido típico para viudas.

Maite me decía que aquello parecía el frente de juventudes.

Una de las muchas cenas en casa

Por otro lado, las niñas ya se han convertido en bonitas señoritas y empiezan a aparecer tigres por los alrededores.
Elvira

Ana, la menor y Maite la mayor

Merienda en el jardín


Mis hijas Maite y Ana con mi madre, mi suegra y la tía María
 
En el jardín de la casa, con Maite, mi madre, la madre de Maite, mis hermanas, mis hijas y la tía María.


El trabajo en Standard se complicaba, por lo que tenía que viajar con frecuencia, dejando a Maite a cargo de la residencia.  A finales de 1975 la compañía firmó un gran contrato con la argelina Sonelec para instalar en la población de Tlemcen un complejo industrial de telecomunicaciones que, hasta el momento, representaba el mayor proyecto español de tecnología en el extranjero.  El contrato presentaba la peculiaridad de ser "producto en mano" en vez de "llave en mano" como se acostumbraba. Es decir, Standard se comprometía a instalar la fábrica y entregarla en pleno funcionamiento, lo que incluía la selección y entrenamiento de 2850 argelinos que integrarían la plantilla,   350 de éllos en España. Varios departamentos de Standard, entre ellos el mío, fueron involucrados en tan ardua tarea que tenía que empezar por el  aprendizaje del idioma tanto por su parte como por la nuestra. Una de mis tareas iniciales fue la elaboración, en francés, de los manuales de procedimientos administrativos para la nueva fábrica. El "Proyecto Sonelec" pasó a ser nuestra principal ocupación. Asigné a González Palomino como jefe de contabilidad de la nueva fábrica para que organizara el departamento, a la vez que entrenaba a su sucesor argelino. Palomino había sido mi auditor en Amoniaco Español y junto a Fraga y Robles, también ex-empleados de ESSO, se habían incorporado a Standard cuando empezó el declive de la petrolera.

Un año después, Palomino marchó a Tlemcen con otros empleados de Standard para poner el proyecto en marcha. Yo tuve que realizar un par de viajes a Argelia, el primero por Iberia y el segundo en un jet alquilado por la empresa. Este último resultó una experiencia estupenda por la comodidad del vuelo y la omisión de los farragosos trámites del aeropuerto, pues el piloto se encargaba de todo. Una forma de viajar francamente agradable. 
En el primer viaje estuve con uno de mis ayudantes visitando a los ejecutivos financieros de Sonelec. En aquella época Argelia ya era una república socialista y había que tener cuidado con los funcionarios, abundantes y mal educados. En el restaurante había que  armarse de paciencia para que los camareros le sirvieran a uno pues cualquier signo de llamada o reclamación era interpretado como una imposición imperialista, de manera que no había posibilidad de exigir rapidez en el servicio. Nos alojamos en un hotel magnífico que había sido construidoo por los rusos y donde era prácticamente imposible obtener un servicio de habitación. Al segundo día, viendo que no atendían mi petición para subirme el desayuno, me asomé al pasillo y me apoderé del que iban a servir en la habitación de al lado, gracias a una buena propina. Era curiosa la numeración de las habitaciones, que no coincidían con los pisos donde estaban ubicadas; por ejemplo, las números 200 al 300 estaban en la quinta planta, pero las del 600 al 700 se hallaban en la 2ª. Todo un galimatías que, posiblemente, producía el deficiente servicio. Una lástima, porque el hotel era excelente. Tampoco estaba mal la comida, con la posibilidad de disfrutar de unos salmonetes gigantescos y unos mariscos deliciosos. Claro está, llevando cuidado para apartar las abundantes moscas típicas de estos países.

Como dije, el segundo viaje a Argelia lo realicé en un pequeño jet alquilado por la empresa. Aterrizamos en Oran, el aeropuerto más cercano a Tlemcen, situado a unos 100 km. por una carretera infame y con un típico conductor árabe, de los que van al límite de velocidad que pueda dar el coche. No hubo un tercer viaje porque me cuide muy mucho de delegar funciones en mis otros ayudantes. Cuatro años después tuve que viajar de nuevo al "piojo verde", esta vez a Marruecos. Me asombra que vaya tanta gente por ahí de vacaciones.



(*) Hoy día piden 2 millones de euros. Lástima que vendí demasiado pronto.

10 comentarios:

  1. Preciosa casa. Y bien barata aunque para 1973 era un dinero importante. No obstante, en esa época en Zarauz un villa en zona playera salía por unos 12 millones pesetas gracias a que sus propietarios madrileños huyeron por los tiros. Es decir la cifra resultaba tirada. Con que lo suyo era un chollo.

    Con esos viajes a Argelia y Marruecos es, Ud. Don Bwana, más universal que la "señorita Trini" y sus vueltas al Mundo a cargo nuestro.

    Muy interesante el episodio de hoy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El "pico" que me prestó el banco Hispano Americano, a diez años, traté de cancelarlo a los cinco, pero me encontré con la sorpresa de que todavía debía practicamente la misma cifra prestada. Resulta que los pagos realizados se aplicaban, casi en su totalidad, a la amortización de intereses. Una lección que me sirvió para no volver a pedir prestado jamás.
      La "señorita Trini" se dedica a visitar personajes todavía más siniestros que los que traté en morolandia.

      Eliminar
  2. Rodeado de feminas, hasta nueve en el jardin, ¡usted si que sabe!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A pesar de las tres criaturas, me sale una media de casi 50 años.
      Algo elevado para mis especificaciones.

      Eliminar
  3. Buenísimas fotos, Bwana.
    Ya echaba de menos una mudancita... Y jopé, qué valentía ir en un jet alquilado a Argelia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora que lo dice, recuerdo que la tripulación eran dos personas, el piloto y una azafata. Posiblemente esta última debía ser capaz de pilotar el avión, en caso de algún percance del capitán. Iba tan cómodo que no me pasó nada de éso por la cabeza.

      Eliminar
  4. Bwana

    Muchos tigres rondando por la casa?? Imagino que si!

    Una pregunta ... no me cuadran las fechas ... no fue en 1977 que fallecio su padre? Me late que el anho 1973 lo cubrimos en la entrega anterior ...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tiene razón, donde dije "1973" digo "1977".
      ¡Vaya lujo que me gasto con un corrector de pruebas como vuesa merced! Gracias mil.

      Eliminar
  5. Bwana,le imagino a usted con.una escopeta de matar tigres , escondido en el jardin.
    Espero ansioso el nuevo cambio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nunca he sido aficionado a las armas de fuego, pero tenía una ballesta colgada en la pared del salón con idéntico efecto disuasorio.

      Eliminar