martes, 8 de mayo de 2012

DE PASEO

En agosto  de 1976, para celebrar mi "medio cupón" (50 primaveras)  tomarnos unas vacaciones fuera de España a bordo del Mercedes. El plan era salir por La Junquera, recorrer el sur de Francia hasta Marignane, donde pensábamos saludar a los Balfagón, que tanto cariño me demostraron en mi infancia. Luego subiríamos hasta Suiza, después a Alemania y regresaríamos por Bélgica, luego París, San Sebastián, Bilbao y, fnalmente, Madrid.

Como tengo la buena costumbre, siempre que voy a salir  en coche a un recorrido largo, lo  llevé  a revisión en el concesionario. Esta vez al principal, la Mercedes Benz que está cerca de Barajas.
Para ahorrar un poco en el duro kilomeraje que nos esperaba, tomamos el tren a Barcelona Maite, Elvira, Ana y yo y el Mercedes. Una vez recogido el coche en la estación, me puse al volante y nos dirigimos a la frontera. Paramos un buen rato en Rosas para darnos un chapuzón en su bonita playa. Me gustó tanto que, durante un instante, pensé en cambiar los planes y quedarnos allí el resto de las vacaciones. A pesar del aviso de  mi sexto sentido, reanudamos el viaje, tomando la autopista hacia Nimes.

De repente escucho un ruido extraño en el motor. Resuelvo tomar la primera salida que veo  y que nos lleva a Lunel. Allí me presento en un taller mecánico en solicitud de ayuda, pues el coche ya no hace ruido, se ha parado completamente. El mecánico me comunica que se trata de una avería gorda y que debo dejar el coche en el taller. Nos alojamos en un hotelito del pueblo de Lunel  dispuestos a esperar acontecimientos. Al día siguiente voy al taller y me dicen que han pedido la pieza averiada a la Mercedes y que la recibirán de un momento a otro. Según el mecánico alguien dejó mal apretado un tornillo del árbol de levas, lo que causó la rotura de la pieza. La historia se repite durante los siguientes 5 días, quedándonos varados entre Lunel y Lunel Vielle, otro pueblo vecino. Nos dedicamos a pasear por estos pueblos, a pie y alimentarnos bien con la buena comida que se consigue en cualquier restaurante. Mi hija Elvira disfruta más que nadie con los deliciosos guisantes con mantequilla típicos del lugar También hacemos una visita, por tren a Nimes y a Montpellier, aunque el aburrimiento empieza a hacer mella en la familia.

Cuando, finalmente, me entregan el coche, resolvemos recortar el recorrido y dirigirnos a Suiza. Yo tenía unos folletos de hoteles de Ginebra y vamos al primero de la lista. Nos recibe un funcionario del hotel  que nos recomienda alquilar un apartamento en el mismo hotel en vez de dos habitaciones, ya que nos saldrá más económico y estaremos más cómodos. Así lo hacemos y nos instalamos en un precioso piso tan limpio como todo lo que se ve en este país. Paseamos por la bonita ciudad y disfrutamos del clásico fondue a la hora de comer. Cuando cojo el coche para dar unas vueltas por la ciudad, empieza a sonar el mismo traqueteo en el motor que me había obligado a para en Lunel. Lo llevo al taller de la Mercedes por la mañana y me lo entregan por la tarde. Al día siguiente era sábado y nos instalamos dentro del coche para dirigirnos a nuestro nuevo destino: París. No he recorrido más de dos kilómetros, cuando vuelvo a escuchar el mismo ruido tenebroso.
Dejo a la familia en el parque, al lado del lago y me dirijo al taller con bastante cabreo. El jefe de mecánicos se deshace en excusas y, después de apretar unas tuercas, me asegura que el problema está solucionado.

Ginebra 1976




Proseguimos el viaje con el evidente mosqueo de toda la familia, pero sin más dificultades. Llegamos a París y nos alojamos en el formidable hotel Sheraton, donde los empleados ITT tenemos un descuento del 50% (sí, también Sheraton es de ITT).


El hotel Sheraton París
Estuvimos recorriendo París durante cuatro días, admirando sus formidables avenidas, en especial los Campos Elíseos, donde mi hija Elvira se empeñaba en comprar un cachorro Basset, pero logré disuadirla no sin ciertas dificultades. Mi mujer insistía en que paseáramos en el Mercedes, así que no tuve más remedio que meterme en el endiablado tránsito parisiense y hasta logré estacionar en las mismísimas Tullerías, aunque con multa incluída.(Aún la debo, por cierto)

Paris, jardines de Las Tullerías 1976

Salimos de París el 7 de septiembre, pernoctando en un Novotel a mitad de camino. A la mañana siguiente llegamos a Burdeos, donde compramos algunas provisiones, entre las cuales un vino que resultó tan deficiente como un vulgar Valdepeñas. En San Sebasíán yo pretendía estar un par de días, pero la familia quería llegar cuanto antes a Bilbao, donde nos esperaban la madre y la tía de Maite. Solo me permitieron meterme en la playa de La Concha, para un baño rápido, pero gratificante. Recorrimos San Sebastián quedando prendados de la belleza de la ciudad, la más bonita de España sin lugar a dudas. Ya me lo había dicho mi padre.

Tras un par de días en Bilbao, salimos hacia Madrid, ya bastante cansados por el vajecito de quince días por esas carreteras.
Lo primero que hice fue entregarle a mi abogado las facturas de reparación del coche y del hotel en Lunel, con la orden de demandar a la Mercedes por daños y perjuicios. No hubo lugar, pues me abonaron los gastos reclamados sin ningún problema.

14 comentarios:

  1. Ajetreado viaje y exceso de chapuceros en talleres. Mi enhorabuena por atreverse a conducir por la ciudad de Paris.(Aunque es muchísimo peor aún conducir por Estambul en donde los semáforos sólo son un adorno más).

    Lo curioso de Geneve o Ginebra es que casi todo el mundo termina diciendo que es una bonita ciudad y ahí se acaba todo. Yo diría que los suizos son unos señores muy educados y ordenados necesitados de un susto para salir de su congénito aburrimiento.

    Gracias en lo que atañe a Donostia.

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    1. Lo más complicado de conducir en París es quedarse sin gasolina, si no se cooce el percal. Me refiero a que los gasolineras no están en la calle y hay que buscarlas en subterráneos.
      Comparto su opinión sobre los suizos.
      Y de Donostia, ¡qué le voy a decir! Una preciosidad.

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  2. Cuanto ha cambiado Mercedes, ahora le darían un sinfín de razones que demostrase que el problema era a causa de la humedad, del polen o de cualquier otra pijada con tal de no soltar la pasta.

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    1. A mi me pagaron bien y sin rechistar. Incluso los gastos del abogado. Eran otros tiempos, claro.

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  3. En Ginebra me entretuve bastante viendo los escaparates de las joyerías, observando los relojes expuestos (los relojes son mi debilidad) y calculando cuando años debería trabajar para comprarme la correa de alguno de ellos.

    Me ha sorprendido que se saltasen San Sebastián para ir a Bilbao, y es que olvidé que de allí era la consorte (vine hace unos día que allí y he de reconocer mi debilidad por la ciudad con alcalde hijo de puta).

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    1. Pues si llega Vd. a ver las joyerías de Zurich. Lo que exhiben es tan maravlloso que los cacos ni se atreven a pasar cerca.
      Desconocía que Odon siguiera en el cargo.

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  4. Estupendo relato del viaje, además con fotografías que permiten identificar a esa estupenda mujer que es su hija Elvira. Nueva amiga y gran descubrimiento.
    Le escribo desde San Sebastián, y le agradezco las palabras de elogio hacia mi ciudad, que a pesar de los desgraciados avatares políticos sigue siendo una de las más bonitas de España. Para mí la más bonita pero es que no soy imparcial, naturalmente.Si algún día vuelven por aquí, me gustaría saludarle.

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    1. Años después de esa rápida visita a San Sebastián pude repetirla, con más tiempo, acompañado por mi hija mayor Maite. Estuvimos disfrutando del hotel María Cristina, paseando por la ciudad y comiendo de maravilla en uno de los restaurantes típicos del puerto.
      Si repito la experiencia, estaría encantado en saludarla personalmente.

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  5. Me cambio el nick habitual para agradecer al Bwana ese viaje accidentado e inolvidable, en el que tuvimos la oportunidad conocer a fondo el hermoso pueblo de Lunel (pueblo parecido a los de Madrid, con bicicletas en vez de coches... de ahí que no tuvieran mucha experiencia en la reparación del panne del Mercedes) y sus insuperables guisantes con mantequilla. Y para agradecer también a Pussy Cat su comentario.
    A ver si nos animamos y hacemos un viaje a Sanse, Bwana.
    Un abrazo.

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    1. Lo del viaje a San Sebastián me parece interesante. En cuanto mis múltiples ocupaciones por Internet, Imagenio y Mercadona me lo permitan, será cosa de establecer un plan estratégico.
      Un abrazo

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    2. Excelente contestación, Don Bwana : cuando tenga tiempo tras ver el internete, la peli y comprar el pan, podría planificar un viaje. Para su comodidad le informo que hay unos pequeños VIONES de pasajeros que hacen el viaje de ida y vuelta en el día.

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    3. Don Javier: Sobra decir que en cuanto se planifique el viaje incluirá una visita a vuesa merced, si tiene a bien recibirme. Respecto al modus operandi, los vuelos a más de 6.000 metros de altitud me han sido prohibidos por el médico, debido a la avanzada edad de mi corazón. En su momento utilizaré el tren, aunque no pueda ser el AVE por culpa de los sioux.

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    4. Será un verdadero honor y placer el conocerle en persona. Y me placería sumamente hacerle de cicerone, al menos al inicio.

      Sí, como no tenemos ningún Custer que se cargue a los indios, aunque sea de forma traicionera, los sioux disponen de momento que no se pueda viajar en AVE, y pronto quizá solamente en carros tirado por bueyes.

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  6. Oh la la, les villages de la belle France, me oui! y la belleza de Lunel le vielle....vaya viaje y sin air bag. Usted si que sabe D. Bwana.

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