martes, 17 de enero de 2012

VACACIONES EN LA PROVENZA


Algunas vistas de Marignane cuando llegamos en 1939. Tenía una población de 3.500 habitantes; hoy se ha multiplicado por diez y se ha desarrollado enormemente, según parece por su cercanía a Marsella y la gran afluencia de turistas a esta preciosa zona

Hemos llegado a casa de M. Balfagón Cordonier, el marido de Matilde, la prima de mi madre. Después de los abrazos a mi padre, nos vamos directamente a la cama. Luego me entero de que Cordonier no es el 2º apellido de Balfagón, sino que se trata de su profesión. Es zapatero.

Mapa de Marignane y sus alrededores en la actualidad
A la mañana siguiente se hace necesario un reparto familiar. Mis hermanas van a las casas de unos amigos franceses y me quedo, con mis padres, donde los Balfagón. El matrimonio tiene un hijo de mi edad y también vive allí la madre de Balfagón, que exhibe un malhumor permanente, aunque hoy día no me extraña después de haber sufrido en carne propia la irrupción de okupas.. No hay sitio para nadie más. Parece que mi padre ha sido acogido cordialmente por las "fuerzas vivas" de Marignane y no sólo le ayudarán con la familia, sino que le avisan de cuándo viene la gendarmería en busca de refugiados españoles.

Pronto me entero de la odisea de mi padre para llegar al pueblo. Durante la desbandada general de las fuerzas republicanas, abandonados a su suerte por los mandos superiores, llegaron unos cuantos y él a Portbou, donde hubo que disputar a punta de pistola un sitio en las barcas de pescadores que salían rumbo a Francia. En Banyuls-sur-mer les esperaba la gendarmería y los soldados senegaleses que se ocupaban de detenerlos para su posterior internamiento en campos de concentración. Gracias a sus nociones de francés y a su habilidad, mi padre se separó del grupo, compró un periódico y se puso a leer tranquilamente, con lo que logró despistarlos.

                


Pierre, el hijo de Balfagón, se hace amigo mío enseguida y recorremos los preciosos alrededores de Marignane en bicicleta. Su padre me ha dejado la suya, una bici bastante extraña, ya que la rueda delantera es algo más grande que la trasera, pero corre que vuela. Pierre tiene que ir a clase, por lo que yo me largo en solitario a recorrer las carreteras. Siempre me ha gustado el ciclismo y con esta bici recorro kilómetros sin parar. Al final tengo que regresar, no sin dificultades para encontrar el camino. Al llegar a casa recibo un rapapolvo de mi padre y me dice que se ha terminado la vagancia y que mañana entraré en el instituto.

El director es amigo de mi padre y ha consentido en que yo asista a las clases, en calidad de observador. Hay unos 20 alumnos, entre chicos y chicas. Algunas de éstas me parecen muy guapas, en especial Ivonne, algo mayor que yo y que luego me entero  de que es la hija del dentista.

Algunos chicos, aprovechándose de que son mayores que yo, me piden disimuladamente, que me agache y le toque las piernas a la que tengo delante. Así lo hago, encantado, pensando que es una costumbre francesa y me descubre el profesor en la jugada. Castigo, de cara a la pizarra y posterior bronca de mi padre.

Mientras disfrutamos del paisaje y de la comida francesa, los nazis han invadido Checoslovaquia, un año después de haberse tragado Austria. Mi padre está muy preocupado y lo comenta con sus amigos de Marignane. "No se atreverán con nosotros", le dicen, "jamás podrán atravesar la línea Maginot".

La línea Maginot es una gigantesca fortaleza que se extiende por toda la frontera franco-alemana.




Esquema del interior de la Maginot
Los franceses tenían razón: los nazis no se atrevieron con la Maginot. En su lugar entraron por Bélgica sin ningún problema.

Mi padre no se fía y empieza las gestiones para salir de Francia. Se pasa los días viajando a Marsella para visitar embajadas y conseguir pasaportes que nos permitan emigrar lo más lejos posible de Europa. Una oportunidad que no desaprovecho para continuar con mi conocimiento del entorno.

Paseando por el pueblo, me encuentro con Ivonne. Empezamos a jugar a "que te pillo", alrededor de los árboles.



Inoportunamente aparece mi madre, pegándome un grito que me deja helado. Me reprocha que ande jugando con chicas tan mayores. No he vuelto a ver a la Ivonne que no querrá perder el tiempo con españolitos, supongo, pero años más tarde (muchos) me acordé del episodio viendo la película "10" donde Dudley Moore persegúía a Bo Derek, también hija de dentista. Después de todo, tal vez evité el tratamiento que sufrió el pobre Moore en la dentadura, lo que resulta consolador.

7 comentarios:

  1. Muy bonito desde la perspectiva de ahora. Imagino que un chico como Ud. vivivría a pleno cada minuto del día y que incluso disfrutaría como un enano con las "costumbres" de los nuevos amigos y vecinos.

    También imagino la angustia de un padre con luces que ve que todo se va a ir al carajo y que Francia no es lugar seguro para su familia. Claro que tendría que competir con otros miles de compatriotas en busca de una salida legal y en barco hacia América.

    Lástima de los abortados inicios de juegos con Ivonne.

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  2. Por lo que se ve lo pasó genial con los gabachos y las gabachas. También en eso tuvo suerte.
    Y menudo ojo clínico el de su padre, Bwana. Releo ahora su primera entrada en el blog y parece que escaparon de allí oportunamente.

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  3. Lógicamente las preocupaciones son algo menores y hay tiempo para el esparcimiento, me alegro, aunque me temo que durará menos que un pastel en la puerta de un colegio. Si al despertar sexual se añade la presencia de francesitas... miel sobre hojuelas.

    Mi estancia en la Provenza hace la friolera de 26 años se desarrolló en L'Isle-sur-le-Sorgue, paradisíaco pueblecito con puentecitos preciosos, croisantitos exquisitos y francesitas deliciosas (ahhhh, Nathalie, que recuerdos a la orilla del río), Arles, Avignon, etc.. lugares deliciosos.

    Por cierto, tan magnífica la linea Maginot que cuando entraron por Bélgica no pudieron darle la vuela a los cañones porque todos apuntaban a Alemania y no había hueco para ello, NO PENSARON QUE LES DARÍAN POR DETRAS (pecan de exceso de heterosexualidad los gabachos para la pinta maricones que tiene).

    Amigo Bwana, le queda poco para que entren los nazis... dese prisa con las francesitas.

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  4. D. Javier
    Efectivamente, mi padre estaba deseando que nos largáramos todos lejos de Europa y debió luchar para conseguirlo, tomando en cuenta que no llevaba más fondos que los que había conseguido ayudando al médico de Marignane.
    Sí, perdí una gran oportunidad de aprender francés a fondo con la Ivonne.

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  5. Dª maharanii:
    Salimos justo antes de que se armara la gorda.
    Una pena, porque lo pasaba de maravilla.

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  6. D. isra:
    No me extraña que una persona de su categoría , tan viajado, haya visitado la Provenza y disfrutado de sus bellezas. Y, encima, en tiempos apacibles, con los nazis fuera del panorama.
    No recuerdo esos croisants que menciona, pero no he olvidado el exquisito pan. Supongo que éste era más accesible para nuestros mermados bolsillos.
    Pronto nos iremos de tan precioso lugar, no se preocupe.

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  7. Hola! Maravillosa entrada. Provenza parece ser un lugar magico, por sus paisajes y su historia... Lastima que ya tengo hechas mis reservas en algunos hoteles en barcelona para este año. En el 2013 estare alli! Saludos

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