viernes, 13 de enero de 2012

LLANÇÁ


El puerto de Llançá está a un kilómetro del pueblo y a unos 10 de Port Bou, en la frontera con Francia. (En la foto se puede apreciar la casa que alquilaba mi tío Joaquín: es la primera a la izquierda)
Aquí nos solíamos reunir toda la familia de mi madre en los veranos antes de la guerra. Mi tío Enrique, casado con Dolores, hermana de mi madre, es telegrafista en Port Bou y también tiene casa en el puerto de Llançá. Acostumbra a ir a su trabajo en bicicleta, salvo en la época de tramontana, cuando el viento hace muy penoso el viaje y hay que viajar en tren. Las fotografías que he encontrado corresponden a la época anterior a la guerra, cuando veraneábamos en este precioso lugar. En la primera, aparezco con mis hermanas y primas y el primo Quique. En la segunda estoy con mis tíos Joaquín y Ruperto:




Trataré de ubicar a los miembros de la familia a nuestra llegada a Llançá. Aquí se encuentran mis tíos Enrique y Dolores que, como ya mencioné, viven en el puerto, con sus hijos Quique, Lolita y Amparo. El tío Joaquín, el potentado de la familia, está en Manresa tratando de defender su fábrica de los obreros anarquistas. Su mujer, la tía Encarna y su hija, Ana María, están en el puerto de Llançá. La tía Josefina y sus hijas MariPepa y MariCarmen también están con tía Encarna en la caa del tío Joaquín. Su marido, Ruperto, no ha participado en la guerra y debe de seguir en Madrid. Finalmente, Pilar, la hermana mayor sigue en el piso de Barcelona. A estas alturas, no sabemos dónde está mi padre.

Durante un tiempo que no puedo precisar, pasamos tranquilamente los días, aunque con ciertos problemas de alimentación. Se consigue algo de pescado si tiene uno algún amigo entre los pescadores. Uno de éllos, a quien apodan "El Peu" (pie, en catalán) por tener una deformidad en su extremidad derecha y usar muletas, es nuestro contacto para abastecernos.

Nos avisan que la tranquilidad se termina y que la zona será bombardeada por hallarse en el camino a Francia, donde se dirigen miles de civiles y militares huyendo del avance enemigo. Nos hemos enterado de que hay un refugio natural en las rocas y allí nos cobijaremos cuando empiece el jaleo. Se trata de una cueva enorme situada a la orilla del mar, en uno de los macizos rocosos típicos de la Costa Brava.

Una mañana empieza lo que ya me resulta familiar. La aviación está bombardeando la estación de tren, en el pueblo, a un kilómetro del puerto. Iniciamos el peregrinaje a la cueva y allí nos encontramos toda la familia, excepto tío Enrique, que se ha ido a Port Bou. Se trata de un primer bombardeo de una serie que continuará varias semanas y que nos obliga, prácticamente, a trasladarnos permanentemente a la cueva. Una de las veces, en medio de una gran confusión en el refugio, porque están cayendo bombas también en el puerto, me asomo y puedo contemplar uno de los aviones a muy poca distancia. Puedo identificar, con toda claridad, que se trata de un aparato alemán, similar a éste:



Parece que ya no disimulan y ni se molestan en pintarlos con los colores nacionales.

Por la tarde, finalizados los bombardeos, salimos unos cuantos chavales de la cueva a ver qué ha pasado en el puerto. Vemos varias casas destrozadas, en la zona donde suelen estar las barcas de los pescadores. De repente alguien grita: ¡El Peu, el Peu!. Nos acercamos y el chico nos señala un pie deformado que sobresale de una de las paredes derribadas. Parece que nuestro amigo ha tenido mala suerte.

Pronto aparecen nuestras madres pidiéndonos que las sigamos. Se dirigen a la estación del tren, donde unas bombas han destruído unos vagones que llevaban alimentos. Medio pueblo está allí, recogiendo harina, patatas, azúcar y no recuerdo cuántas cosas más. Volvemos al puerto con el botín, que guardaremos, como otras gentes, en la cueva. Se han acomodado unos fogones fuera del refugio y allí se preparan las viandas, aunque de vez en cuando hay que dejarlas y meterse en la cueva a toda prisa.

Hay varios chavales de mi edad en la cueva y nos hacemos grandes amigos. La ausencia de padres y con las madres tan ocupadas, nos permite ciertas licencias que hacen que lo pasemos bastante bien.
Los siguientes días caen bombas de diferentes sonidos, ya que el crucero Canarias se ha unido a los aviones para machacar la zona cercana a la frontera francesa. Más adelante, la artillería se unirá al festejo.

Los escasos soldados republicanos que estaban en el puerto, han desaparecido. Gran oportunidad para la panda de chavales que irrumpimos en la casa que utilizaban como cuartel y nos hacemos con armamento de distintos tipos. Yo me agencio un fusil Mauser y unas cuantas balas. Apartamos del grupo a los insensatos que han cogido bombas de mano y nos dirigimos a un bosque cercano. Mediante el uso cuidadoso de unas piedras, conseguimos sacar las balas de las vainas, extraer la mitad de la pólvora y sustituir la bala por un trozo de rama. Lo pasamos en grande disparando contra un pino al que, previammente, le hemos pintado la cara de Franco. Con la pólvora sobrante escribimos proclamas republicanas en la acera, les prendemos fuego y quedan marcada en negro. (Nos han advertido que se acercan las tropas de Franco y queremos darles un disgusto con estas niñerías)

Tras el divertimento, guardo mis pertenencias guerreras cuidadosamente. No las volveré a ver jamás.

12 comentarios:

  1. Esta novela por capitulos me está resultando lo mas interesante que he leido hace mucho tiempo, D. Bwana.
    Episodios dramáticos contados con la visión de un niño como una novela de aventuras.

    Fascinante

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  2. Nosotros jugando con el Tente y Vd. con balas, si es que noes estamos amariconando con el paso del tiempo, mis nietos jugarán con Barbie princesa (espere, llaman a la puerta... nada, falsa alarma, pensé que eran unas feminzasis a caparme por lo que había escrito, gracias a dios zp ya no está con tontadas).

    Lo que me llama poderosamente la atención era su visión de futuro, enemistándose con Franco y escribiendo proclamas republicanas...

    Al menos quedaba hueco para el esparcimiento, y dé gracias a que estaban de "prácticas" en los bombardeos, porque sino.

    Por cierto, me da la impresión que su familia catalana era de allí de toda la vida y no sé si es que ha castellanizado los nombres pero no me suenan tan políticamente correctos como correspondería a la actualidad (Joaquim, Dolors, etc...).

    Y al poco de cruzar la ocupación nazi... aquí estaré para leerlo todo.

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  3. Dª Laati:
    Le agradeco mucho su amable comentario. Espero no defraudarle en los próximos relatos.

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  4. D. isra:
    No me extraña que ande Vd. asustado por las posibles incursiones de feminazis. Yo procuro evitar alguna mención al género sarasa, por si las moscas.
    Una aclaración: el único catalán fetén de la familia era mi tío Joaquín, de Manresa de toda la vida. Mis tías eran aragonesas, mi tío Ruper, vasco y el tío Enrique, alicantino. Éso sí, todos residentes en Catalunya, excepto Ruper y Josefina, que vivían en Madrid. Como consecuencia de tal dispersión geográfica, algunos nacimos en esa tierra tan denostada en estos días por culpa de algunos imbéciles nacionalistas.

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  5. Como dice Laati, el relato de una época tan tremenda resulta encantador contado a través del niño.

    El episodio del asalto al tren de víveres es de película de Berlanga.

    Un abrazo y buen fin de semana.

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  6. Estamos como leyendo un extraordinario guión de peli con viones y niños jugando con balas.
    Es extraordinari la memoria que conserva y especialmente la ausencia de ningún tipo de rencor hacia nadie. Me asombra. Creo que su señor padre era un caballero y no les permitió incubar ningún tipo de odios.

    Y esa numerosa familia, con oriuendos de todas partes de España, es una gozada. Hoy ya no hay familias que tengan más de uno o dos primos en total.

    Felicitaciones por el modo en que relata unos hechos reales terribles.

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  7. Dª maharani:
    Es posible que el Sr. Berlanga y yo hubiéramos hecho buenas migas.
    Un abrazo

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  8. D. Javier:
    Es Vd. muy amable.
    Le contaré un secreto sobre mi memoria:
    Tras muchos años de haberlo abandonado, he vuelto a jugar al ajedrez con entusiasmo. Como sabrá, el llamado juego-ciencia exige un empleo exhaustivo de las neuronas. Probablemente, al agitarlas con el juego, se han despertdo las que guardan los recuerdos de épocas tan lejanas.
    Un saludo

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  9. Con las explosiones pisandoles los talones, con la polvora y los fusiles por juguetes, ademas van y le arrebatan a la amiga oca para el puchero, el padre medico y militar entre el frente y rescatar todo el tiempo a los suyos, su familia unida en medio del desastre que conlleva la guerra, y rodeado de tias y primas -todas mujeres y valientes-, va y sale pacifista y encima no es rencoroso y tiene sentido del humor..Bwana usted es
    fenomenal.

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  10. Dª AnitaDinamita:
    No me considero pacifista. Pacificador, sí, por los arbitrajes que he realizado en diversas ocasiones.

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  11. Me encanta sus historias de la guerra. Yo nací ya en la posguerra pero mis abuelos pasaron más de tres años exiliados en Cibour (Pais Vasco Francés),acompañados de su hija pequeña, mientras los hijos varones estaban en el frente. Mi abuela, resultó gravemente herida en el bombardeo de Bilbao, al día siguiente de el de Guernica. Cuando regresaron a San Sebastián, les habían esquilmado el negocio familiar, no solamente los franquistas, también vecinos se habían llevado hasta las máquinas de coser velas imprescindibles para el negocio.Volvieron a empezar, pero aquello nunca fue lo mismo, por lo visto.Cuanto dolor y cuanta pena. Pero para que todo no sean desgracias, le recomiendo un maravilloso libro de aquel genio donostiarra que se llamó Chumy Chúmez, "Yo fui feliz en la guerra", la historia de aquella guerra contada por un niño. Se disfruta de cada página.

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  12. Dª Nicolasa:
    Celebro que le guste lo que cuento. Buscaré el libro de Chúmez.
    Bienvenida

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