jueves, 26 de enero de 2012

INTEGRACIÓN

Mientras nos entretenemos en la escuela mis hermanas y yo, en casa se acumulan los acontecimientos. Han aparecido varios españoles, algunos con sus familias y un matrimonio venezolano con un hijo de mi edad, que se han instalado con nosotros. Estos "realquilados" tienen diversos motivos para haber venido a Venezuela, a saber:

Escapar de las posibles represalias franquistas por haber intervenido en la guerra, aunque aseguran no haber matado ningún cura.

Evitar juicios por  haberse cancelado por ley los divorcios celebrados y quedarse en  situación de bigamia, los que volvieron a contraer matrimonio.

Huir de la falta de alimentación en aquellos años en España.

Mi padre les cobra un alquiler y, de esa manera, logra equilibrar el presupuesto, bastante deficitario por el escaso sueldo que percibe de la Sanidad venezolana. Aunque le reconocen el título de médico y como tal tiene un trabajo en el hospital público, no le permiten ejercer libremente si no lo revalida. Esta tratando de hacer la reválida, pero hay gran oposición por parte del Colegio de Médicos y el Ministerio de Sanidad.

Según me contó años más tarde, el Colegio estaba muy mosca con la llegada de tantos médicos procedentes, no sólo de España, sino de otros países europeos y pretendía evitar competencias desleales. En cuanto al Ministerio, parece que el director del hospital donde trabajaba  mi padre, recomendó al personal médico que se hurgaran los bolsillos para enviarle algún regalito al señor ministro que celebraba su cumpleaños. Mi padre tuvo la brillante idea de enviarle una figura de Lladró que representaba a un ánade.


Para su desgracia, mi padre no sabía que al señor ministro se le conocía por cierta tendencia a perder aceite. Mucho menos estaba al tanto de que, en Venezuela, se dice que alguien es "pato" cuando se quiere decir, con finura, que es maricón.

Mi madre se ha agenciado un par de mucamas y una cocinera que la ayuda en dar de comer a tanta gente, tarea que le resulta muy difícil al no encontrar los ingredientes que utilizaba en Europa para hacer la comida. 

Está bastante asustada con la proliferación de extraños insectos que habitan en una casa tan antigua; sobre todo los alacranes y las cucarachas voladoras. Sí, esas asquerosas vuelan como mariposas.

También abundan unas enormes hormigas, llamadas "bachacos", que se comen cualquier cosa tangible. Yo estoy mosca con los alacranes pues tienen la mala costumbre de subir por las paredes y situarse al lado de los interruptores de la luz, a ver quien cae.



Como mi padre ya ha sufrido las consecuencias de su desconocimiento del lenguaje local, está empeñado en enseñarnos algunas palabras tabú y que deben ser cambiadas cuando hablamos con otras personas. Por ejemplo, "mi madre" debe sustituirse por "mi mamá", aunque resulte cursi referirse de esa manera a la progenitora cuando uno está ya talludito.




Resulta que "mentar la madre" simplemente, puede ocasionar un altercado grave. Hay otras curosidades como: "coger" y "tirar" que, por su referencia sexual en el país, deben cambiarse, respectivamente, a: agarrar y halar (pronunciada "jalar"). Más cosas: "levantarse" es "pararse", o sea, estar "parado" es estar de pie (no tiene que ver nada con la pérdida del empleo)  Aquí sólo se "levanta" uno de la cama, aunque también puede "levantarse" una cartera mal puesta.

Más adelante aprenderé que "echarse el palo" es tomar una copa, de allí que "pasapalo" sea nuestra clásica "tapa". Adaptarse a este lenguaje requiere mucha atención  y un cambio en nuestro diccionario cerebral. Éstos detalles no los enseñan en la escuela y tomo debida nota.

Pasan los meses y los huéspedes están cada vez más morosos. Tanto que mis padres deciden  que hay que mudarse a una casa más pequeña y olvidarse de los inquilinos. No ha sido una buena idea y deciden que los acogidos se busquen la vida.

Nos trasladamos a un chalecito en una urbanización llamada Nueva Caracas, al oeste de la ciudad y cercana al domicilio del Sr. Muchaplatez, un enfermo de los pulmones que se ha convertido en cliente particular de mi padre.

Los días de fiesta vamos a las cercanas playas de Catia la Mar, solitarias en aquellos años, llevando las clásicas tortillas de patatas y el pollo asado. En la foto que sigue estamos los tres hermanos y la perra "Pichi":


Las aguas están, lo menos, a 30 grados. Como hemos oído hablar de la abundancia de tiburones por estos lares, nos limitamos al clásico baño de asiento.

En el país han habido elecciones y las ha ganado otro general, Isaías Medina Angarita, nombrado Presidente Constitucional por amplia mayoría. Ha derrotado al escritor Rómulo Gallegos, del partido Acción Democrática.


Medina Angarita no es un general al estilo de los que ha sufrido Venezuela durante tantos años. Cree en la democracia y sabe rodearse de personas valiosas. Su gobierno autoriza el juego democrático total. Los mejores cerebros del país colaborarán para dar un impulso gigantesco a la educación, la industria, la cultura y el comercio. Uno de los partidos que entran en la política es Acción Democrática, el partido socialista de Venezuela. Como la cabra tira al monte, le darán un disgusto al presidente en cuanto tengan oportunidad.

Al terminar el curso, hemos pasado unas vacaciones en la vecina localidad de Los Teques, en la hacienda de Muchaplatez donde lo hemos pasado bastante bien. Yo estoy mucho tiempo subido a los árboles de mango, probando las diferentes clases de esta fruta sin encontrar alguna que no me cause repulsión. Sin embargo, hay una plantación de piñas en la que mi padre y yo nos ponemos ciegos de esa sabrosa fruta tropical.

Vuelven las clases y regresamos a Nueva Caracas. Pasan los meses sin ningún suceso interesante que pueda recordar, salvo que he terminado el 5º grado con la calificación de sobresaliente.

Nuevas mudanzas y colegios nos esperan y algunos sucedidos que vale la pena relatar, pero será en próximos episodios.

8 comentarios:

  1. Lo del vocabulario tiene mucha gracias pero es básico en país extranjero. Y el detalle del LLadró (hoy cotizado a precio de oro y muy apreciado por los gringos) es para no olvidarlo nunca. Pobre médico de buena voluntad que sin saberlo está llamando maricón a un maricón cuando tal cosa no era bien vista en el Mundo. (Lo cierto es que lo de los maricones sólo está bien visto entre los zapateriles).

    Veo que su vida venezolana es bastante mejor que la de los niños y jóvenes de aquella época en España, en donde no había ni harina para hacer pan.

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  2. Un grande su padre, lo de la figurita es digno de enmarcarlo.

    Maricón y, por lo que veo, buena gente, si no su padre se habría tenido que venir a las españas a la voz de ya, y seguro que sus compañeros se estuvieron choteando bastante tiempo de él, cosa por cierto de toda lógica.

    Veo que disfruta de la vida (con caloruzo, humedad, frutas exóticas, aguas calentorras...) lo cual me congratula, y eso que a pesar del desconocimiento de los localismos me ha sacado sobresaliente.

    nunca entenduve esa fama de la figuritas de Lladró... si dan unas ganas tremendas de lanzarlas todas contra el suelo y disfrutar del visionado de su destrozo

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  3. Con el tema de las palabras hay que tener también cuidado aquí y ahora. Yo me di cuenta el día en que una cajera me miró horrorizada cuando le dije que "cogiera" la tarjeta.

    Me encanta esa foto en la playa que compensa la visión de la figurita de Lladró (vaya metedura de "pata"...) y de la cucaracha voladora.

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  4. D. Javier:
    En efecto. es muy conveniente conocer el idioma del país extranjero que se visita y, si se trata de uno de Hiapano-América, estar al tanto de sus peculiaridades. Tuve una experiencia con la maestra cuando me pidió que me "parara". Me quedé quieto como una estatua, pero insistía: "¡Que se pare usted!". Pronto me enteré de que debía levantarme del asiento.
    Nosotros disfrutamos, como Vd. dice, de abundancia de alimentos y conocíamos, por noticias de la familia, cómo estaba el panorama en España.

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  5. D. isra:
    La gracia la pagó durante los 20 años que estuvo en Venezuela. No era tan buena gente el acusado, como verá.
    Tampoco me gustan las figuritas ésas, son demasiado brillantes.

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  6. Dª maharani:
    Ya iré mostrando otras palabras locales que contribuyen a formar el idioma venezolano. Una muy curiosa, que produce hilaridad en los venezolanos cuando la leen, es la marca "Cuca" en algunas latas de sardinas. Se trata de algo prohibido en el lenguaje decente de las personas humanas en ese país.

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  7. Don Bwana:

    Magnifico blog y muy instructivas sus andanzas por un mundo revuelto, incierto y muy difícil. Algunos que entre nosotros se han dedicado a atizar avisperos y a hurgar en antiguas heridas serían incapaces de escribir algo así ni de entender que usted lo haga.

    Yo me identifico en parte, ya que también me tuve que ir de España, pero fue para buscar trabajo. Primero estuve tres años en USA y luego me fui con mi mujer embarazada a Monterrey, México, donde nació nuestra primera hija. Fue una experiencia agridulce y a veces muy dura. Dejamos allí muy buenos amigos y también muy buenos recuerdos, pero en cuanto pudimos nos fuimos otra vez a USA y estuvimos trabajando de camareros y cocineros en un hotel. Luego volvimos a casa, encontré trabajo en mi negociado, y aquí seguimos.

    Nuestros dos hijos se han ido, qué remedio, y es raro que al menos una vez al mes, y siempre después de ver las noticias, no hablemos de marcharnos otra vez, pero esta vez para quedarnos, a un país que no sabemos cual es pero donde la convivencia es mejor que en el nuestro. Una pena, pero así están las cosas.

    En fin, que enhorabuena por su blog.

    Un saludo,

    Gorka T.

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  8. D. gorkataplines:
    Le agradezco su amable comentario. Entiendo su preocupación por las noticias y el impulso a marcharse de aquí, cosa que nos sucede a muchos. Pero luego volvemos a la realidad y los que se marcharon vuelven No sé si será porque aquí hay mucha gente que vale la pena, por el aceite de oliva, las naranjas o vaya Vd. a saber, el caso es que donde uno se encuentra realmente a gusto es en España.
    Un saludo

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