miércoles, 11 de enero de 2012

ESCABULLIDA

Durante el bombardeo de Alcañiz, relatado ayer, nos encontrábamos en La Estanca, a cuatro kilómetros del pueblo. Al escuchar los primeros zambombazos, nos trasladamos inmediatamente a la cueva de la represa:


Desde la perspectiva actual, no parece que fuera una buena idea, por la posibilidad de que la consideraran un objetivo. Afortunadamente, no fue así y allí estuvimos refugiados hasta que terminó el bombardeo.
Mi padre estaba contento por el despacho que había recibido y que le comunicaba su ascenso a mayor. Sin embargo, el abuelo estaba escandalizado: "¡Ocho años de duras batallas en el Rif me costó llegar a comandante y a ti te lo conceden en un par de años!" le decía.



Poco tiempo después, imposible recordar si fueron días o semanas, nos anuncia mi padre que nos marchamos a La Garriga, en la provincia de Barcelona. Las fuerzas republicanas se están replegando ante el avance del enemigo y hay que marcharse de Aragón lo antes posible. Nos recoge una ambulancia y salimos con las escasas pertenencias que nos acompañan. Dejamos a los abuelitos en Valencia y nosotros continuamos rumbo a Barcelona.

Parece que mi padre ha requisado una masía abandonada por sus propietarios, cerca de La Garriga y allí nos instalamos en una casa de dos pisos, anexa a la de los "masoveros". Era similar a la foto que sigue:


Nuestra estancia en este lugar resulta muy satisfactoria; estamos lejos de los bombardeos, hay comida y las tres hijas de los masoveros hacen muy buenas migas con mis hermanas y yo, todo lo contrario que sus padres con los míos. Es una gente muy cerrada y celosa de sus pertenencias. Sabemos que tienen un sótano lleno de embutidos y jamones, pero se niegan a venderlos. Con mucho acierto piensan que el dinero republicano valdrá poco cuando lleguen los otros.

No sé cómo se ha agenciado una oca mi madre, pero el animal se convierte enseguida en mi compañero y en el disgusto de los payeses. Es un artista para sacar las espigas de trigo de las hacinas y no sirve que las coloquen al revés, la oca las extrae con gran habilidad. Se parecía a ésta:


En la masía tienen unos patos que, por lo visto, han recibido órdenes de atacar a mi oca, pero ésta no se amilana y con mi inestimable ayuda, auyenta a esos despreciables bichos de protuberancias moquiles.

He conseguido que me presten un pedazo de tierra que convierto en una pequeña huerta. Planto judías y tomates y la oca se convierte en vigilante del lugar. No hay pato que ose acercarse a mi terreno. Cuando anochece, me dedico a leer a Julio Verne o a Emilio Salgari, si se tercia.

Un hecho singular tiene lugar en esos momentos; aunque me hace abandonar la lectura y resulta algo escabroso, no me resisto a contarlo por los importantes sentimientos que despertó en mi persona.

Las chicas de la masía están acostumbradas a vivir entre ganado diverso y están al cabo de la calle en cuanto a la reproducción animal. Dos de éllas, de 14 y 11 años, creo recordar, se han empeñado en enseñarme de qué va el asunto y se ríen de mi ignorancia sobre el particular. Yo prefiero las lecciones de la menor porque a la otra le sobresalen unas protuberancias en la delantera que me resultan desagradables. (A mis 12 años carezco de sentido estético, como puede notarse).

Las lecciones recibidas de estas criaturas me resultan muchísimo más interesantes que las clases de matemáticas que me daba mi abuelo y me hacen comprender que no sólo de pan vive el hombre.

Mi padre nos visita con frecuencia y les da un disgusto, de vez en cuando, a los payeses. Ha descubierto que abusan del suministro de sal a las vacas, una práctica que las hace beber más agua y que aumenta la cantidad de leche ordeñada. Les advierte que si continúan vendiendo leche aguada van a tener una inspección sanitaria en serio.

El suministro de alimentos empeora y mi madre me comunica que hay que comerse a la oca. El disgusto que me llevo es monumental, pensando, incluso, en hacer el petate y huir con la oca al cercano Montseny. Descartada esa posibilidad, me reuno con las hermanitas para que me consuelen.
Se ha producido el sacrificio y me he negado a probar bocado. Pasaré unos meses deprimido hasta que los acontecimientos me hagan olvidar a mi amiga.

Transcurre el tiempo con normalidad y voy aumentando mis conocimientos sobre relaciones humanas. Hasta que un aciago día se presenta mi padre con una ambulancia y nos dice que hay que evacuar, que las tropas de Franco se están acercando a Barcelona.

La ambulancia nos lleva a LLANÇÁ, a la casa que tiene mi tío Joaquín en el puerto. El trayecto no puede ser más accidentado; la carretera está llena de gente que huye a Francia y un par de veces hay que detenerse y esconderse en la cuneta ante la aparición de la aviación enemiga.

No recuerdo cuántas horas después, llegamos al puerto de Llançá sanos y salvos.

11 comentarios:

  1. Ni en los libros de Salgari podía Ud. encontrar, a esa edad, tantas aventuras seguidas. Menuda costra de excepticismo debió de quedarle tras la guerra y al oir las pichiflautadas de tantos.

    Me llama atención el mosqueo del abuelo por el ascenso de su padre, que consideraba un daño COMPARATIVO.

    Quedo a la espera de leer sus aventuras en el camino a Francia.

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  2. Me gustaría conocer un detalle de la historia que quizás ha olvidado comentar o ha omitido deliberadamente ¿sustrajo algún jamoncito en algún descuido de su vecino? y en tal caso ¿estaba sabroso?.

    Ha tardado en decidirse a hacer esto (ya comentó el proyecto en aquella ocasión en el Parador de Complutvm) y la verdad, está siendo una experiencia interesantísima.

    Lástima que esa vecinitas le pillasen tan joven... tanto tiempo libre, tantos sitios donde yacer, jovencitas solitas... en fin, como dice Tella, esperamos ese cruce de frontera.

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  3. No me extraña que en el primer post del blog dijera que es un tío con suerte. Salir sin un rasguño del bombardeo de Alcañiz (que debo reconocer que desconocía) es tener mucha suerte.

    Sus aventuras con la oca me han recordado unos libros que leía de pequeña, la serie de cuentos de Oscar y Kina, de Carmen Kurtz. Debió ser un trauma que se tuvieran que comer a un bicho tan simpático.

    Yo también quedo a la espera de los siguientes episodios. Un abrazo, Bwana.

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  4. D. Javier:
    La costra de excepticismo no ha hecho más que crecer con los años y me ha ayudado a soportar esas "pichiflautadas" que menciona.
    Pronto nos iremos a Francia, pero mañana le daré un descanso al Baúl.

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  5. D. isra:
    No señor, no hubo manera de catar esas viandas ni por las buenas ni por las malas. Para entrar al sótano donde estaban, había que entrar por la habitación de matrimonio y ésta, se mantenía cerrada bajo cuatro llaves.
    Tiene mucha razón; años después lamenté no haber sabido manejar debidamente a esas vecinitas inolvidables.

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  6. Dª maharani:
    La oca era un animal inteligentísimo y de gran prestanncia. Iba a todas partes conmigo sin necesidad de llevarla atada. Además no tenía el inconveniente que presentan los canes de tener que detenerse mientras marcan el territorio. Para élla, todo el territorio le pertenecía.

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  7. Las ocas han tenido una gran importancia en su vida. A mi siempre me han resultado unos animales simpáticos.

    Que vida mas interesante Bwana, y que bien relatada.

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  8. Dª Laati:
    Gracias, es Vd. muy amable.
    Saludos

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  9. Hola, pertenezco a una asociación cultural de Alcañiz, llamada frente de Aragon, me gustaría ponerme en contacto con usted por el tema del bombardeo de alcañiz, pues estamos preparando una gran exposición fotográfica y de material..un saludo
    Antonio Aznar Fran

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    Respuestas
    1. Acabo de leer su comentario y le paso mi correo electrónico: "pendehouse@yahoo.es"
      No creo que mi colaboración le sea útil ya que no guardo ningún documento gráfico de mi lejano pase por esa localidad.
      Saludos

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  10. Hola, pertenezco a una asociación cultural de Alcañiz, llamada frente de Aragon, me gustaría ponerme en contacto con usted por el tema del bombardeo de alcañiz, pues estamos preparando una gran exposición fotográfica y de material..un saludo
    Antonio Aznar Fran

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