lunes, 16 de enero de 2012

EL ÉXODO

Han llegado las fuerzas nacionales a Llançá. Por arte de magia, las banderas catalanas se han convertido en la enseña nacional.










La gente ha recortado el color amarillo que sobraba y, de cada bandera catalana ha sacado dos nacionales, colgándolas debidamente en balcones y ventanas para dar la bienvenida a los vencedores. Ahora resulta que todos "habían estado con la cruzada" desde el primer día.

A los chavales se nos ha terminado el desmadre y nuestras progenitoras nos han pedido que digamos, si nos preguntan por nuestros padres, que no sabemos dónde están (lo cual es cierto, en muchos casos)

Las nuevas autoridades quieren limpiar el cerebro de los chicos de cualquier influencia nociva, sea comunista o anarquista. Se ordena a los mayores de 10 años que pasemos por el cuartel instalado en el pueblo a la mañana siguiente.
Así lo hacemos (¡faltaría más!) y nos hacen realizar unos ejercicios de gimnasia. A continuación, debemos pasar a la iglesia para oir misa.
Esta rutina hay que cumplirla diariamente y, los domingos, se desfilará por las calles del pueblo provistos de unos palos que simulan escopetas. A cambio, se nos repartirá el rancho de los soldados.


A mi madre no le ha parecido mal lo del rancho (una boca menos que alimentar)

Después de casi tres años de oir y leer propaganda republicana, se incrementa mi antipatía hacia los curas. Además son dos kilómetros, ida y vuelta, al pueblo todos los días, y obligarme a oir misa me resulta odioso. Por el camino todavía se ven cadáveres de soldados en las acequias que lo bordean. Un espectáculo desagradable, pero no hay manera de apartar la vista.


Un día, las autoridades militares nos convocan a todos a un descampado, al lado sur del puerto. Se va a producir el fusilamiento de un soldado moro que ha violado a una chica y quieren dar ejemplo y demostrar a la población que el que la hace, la paga. (Hace unos años leí una carta del lector de un periódico en la que mencionaba haber presenciado ese fusilamiento. No logré contactar con él, aunque lo intenté seriamente)

Tiempo después mi madre me dice que nos marchamos a Francia. Tiene noticias de mi padre desde Marignane, un pueblo donde vive su prima Matilde. Todo se hace en el mayor de los misterios y salimos, a finales de marzo, al amanecer, en dirección a los Pirineos.

De Llansá a Cerbere
Hay que cruzar todo éso y más












Nos acompaña una guía que sabe los caminos más cortos y libres de guardias que tomar para pasar a la parte francesa. Ignoro de dónde ha salido ni quién la paga para acompañarnos, pero me resulta bastante antipática. Camina con rapidez y es difícil seguirla, sobre todo a mi madre que tiene que llevar a mis hermanas pequeñas. De vez en cuando nos manda a callar y nos hace escondernos en la maleza; dice que hay guardias y tenemos que andar con mucho cuidado.


Después de una agotadora jornada, subiendo y bajando montañas, llegamos a Cerbere, de noche. Peor que la caminata ha sido la tremenda sed que he pasado y que hace relegar a segundo plano la sensación de hambre. Del frío que debimos soportar, tampoco me acuerdo, por lo que supongo íbamos bien abrigados. Recientemente me han dicho que el camino recorrido, "la ruta de los exiliados", está señalizada en los Pirineos. Tengo que pasarme por allí un día de éstos.

En Cerbere nos espera un caballero que habla algo de catalán (o algo parecido. Debe ser occitano) y nos hace entrar en un coche. Luego me dicen que lo han enviado amigos de mi padre. De cómo localizamos a este señor nunca me pude enterar, pero imagino que la guía estaba bien informada. Nos tiene preparados unos bocadillos y unas botellas de agua, advirtiéndonos que bebamos despacio. Tanto los bocatas, de un delicioso pan francés y del líquido elemento, permanecerán en mi memoria para siempre.
Tomamos carretera rumbo a Marignane y creo que nos hemos dormido los tres hermanos.

Ruta actual de Cerbere a Marignane: 354 km

10 comentarios:

  1. Lo que relata de loa pueblos catalanes, en donde nadie había sido republicano antes de la llegada de los "nacionales", también sucedió en el resto de España y en especial en Vascongadas.

    Es ley de vida sobrevivir.

    Ese cruce de Pirineos con tan poca edad debe de ser indeleble para quienes lo sufrieron. Y esa distancia de 354 kms. de Cerbere a Marignane y en aquella época, imagino que sería como hoy cruzar el Atlántico o peor.

    Con sus Memorias de guerra, aquí expuestas, aquellos niños que eran Uds. tuvieron que sentir que el Mundo era algo muy extraño y terrible.

    Es siempre el pueblo inocente el que paga las canalladas de los políticos soberbios y egoistas.

    E imagino que tras llegar a Marignane no sería ningún paraiso el vivir, con aquellos gabachos despreciadores de los refugiados españoles.

    Mi más sincera felicitación por relatar todos estos episodios, Don Bwana.

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  2. Me ha recordado a lo que nos contaba mi padre, ni ideología ni hostias, se iba de ejercicios espirituales y cantaba el cara al sol porque después de tan entretenidas actividades se calzaban una paellas que no se las saltaba un gitano.

    Espero que entre tanta angustia y sufrimiento, y algo espabilado por las circunstancias, sepa reaccionar cuando alguna francesita intente consolar a los refugiados españoles.

    Y ahora seré un poco original, espero impaciente su próxima entrega.

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  3. D. Javier:
    Afortunadamente el cerebro infantil está debidamente protegido para que, experiencias de ese calado, no causen efectos "colaterales".
    La experiencia de Marignane, como podrá Vd. leer pronto, resultó estupenda y el trato recibido de los franceses, inmejorable. Quizás el que mi padre fuera médico fue un plus en este caso.
    De nuevo le agradezco sus amables palabras.

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  4. D. MAMUMA:
    No se lo puede Vd. imaginar.

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  5. D. isra:
    Después de cantar "A las barricadas..." estábamos dispuestos a cantar la intemerata.
    De las francesitas no tengo más que magníficos recuerdos.
    Y yo tampoco voy a ser original y ....le agradezco su interés.

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  6. Me ha encantado lo de las banderas. Mira tú qué apañados.

    Después de leer sus aventuras da un poco de corte andar quejándose de chorradicas cotidianas.

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  7. Dª maharani:
    Yo también me quejo de chorradas, a pesar de todo lo vivido.

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  8. Don Bwana a mis señores padres también les hacían el mismo proceso. Misa, discursito del capitán y luego el rancho que les echaban en una lata de conservas que llevaban de casa. De pequeño vi los restos del cuartel y la huerta del cura donde estaban los republicanos totalmente destrozados por las bombas. Lo del Pirineo me ha dado mucha fatigita por ustedes tan pequeños y su madre cargando con los mas chinorris.
    Saluditos.

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  9. D. Zorrete Robert:
    Veo que estos sucedidos no son nuevos para Vd. La aventura de los Pirineos daría suficiente material como para escribir una novela, pero he olvidado muchos detalles.
    Un saludo

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