martes, 14 de febrero de 2012

VUELTA A CARACAS

Estamos en marzo de 1945 y los aliados se han reunido en Yalta para repartirse las Europas y evitar que los alemanes vuelvan a dar el cognazo.


El Roosevelt está pachucho y Churchill lleva una resaca de aquí te espero, por lo que Stalin se queda con la mejor parte. Meses después ha muerto Roosevelt y su sucesor, Truman, ordena el bombardeo atómico de Hiroshima en agosto. Se dice que Truman, que parecía tonto, sin serlo, temía que el avance ruso por Khabarovsk permitiera que los soviéticos se llevaran la gloria de derrotar a los nipones antes que los americanos, por lo que decidió tomar medidas drásticass. Al menos así lo escuché contar en casa a uno de los asiduos visitantes.
En el ámbito local, mi padre se ha hartado de las promesas del director del hospital y ha aceptado un puesto en Caracas como jefe de vendedores de los laboratorios Squibb. Nueva mudanza, esta vez sin mi, por lo que debo trasladar mi residencia a un hostal que queda en la avenida 5 de julio, justo frente a la oficina.


Mi padre me pide que gestione el traslado a Caracas en la compañía, pero no me hace mucha gracia la idea de abandonar Maracaibo. Le digo que así lo haré y me despido de la familia sintiéndome un hombre libre.
Cuando le cuento el asunto a Matilde, se lleva un disgusto y dice que está segura de que me voy a ir.
El pasado domingo me invitaron su madre y dos de sus tías a una finca que tienen en la otra orilla del lago. Gracias a ciertas maniobras de distracción, he logrado estar a solas un momento con ella y, por primera vez, darle un beso. No me ha estallado el corazón porque lo debía tener muy sólido a los 18 años, pero la emoción ha sido inolvidable.

Ese mismo domingo, por la noche, hemos ido al cine a ver "El clavo", la famosa película de Rafael Gil. Gracias a la intriga de su argumento, logramos hacer unas manitas, mientras su madre está embebida en la película. Pocos días después, Matilde me regala un disco que expresa sus sentimientos sobre mi temida marcha a Caracas.




En la sección de Nóminas, el amigo van Beverhoudt se marcha de vacaciones y me ha entregado el control de la Nómina Confidencial. Hay que llevar el asunto con el mayor misterio, no dejando papeles encima del escritorio e incluso tapando lo que se está haciendo si aparece otro empleado. Al término de la jornada de trabajo, se guardan todos los papeles en una caja fuerte  situada al fondo de la oficina y me hace memorizar la combinación, prohibiéndome que la apunte. Hago algunas prácticas hasta que considera que ya estoy listo y se va de vacaciones.


Pasan unos días sin problema, pero una mañana no se abre la maldita caja. Hago varios intentos y me traslado a mi escritorio, para disimular. (He notado ciertas risitas entre los empleados que están cerca de la caja). Coloco unos papeles encima de la mesa, dejo pasar unos minutos y vuelvo a la carga. Hago un par de intentos más, sin éxito, pero al tercero se abre la condenada. En lo futuro no volveré a salir de pachanga con los compañeros del hostal si hay que trabajar al día siguiente.

Por fortuna aún no se han inventado los teléfonos móviles y las conferencias telefónicas son deficientes, por lo que voy dando largas al asunto de hablar de mi traslado. Pero un mes después me avisan en la oficina que Mr. Nelson quiere hablar conmigo. Entrar en el despacho del gran jefazo, para un currante "junior" como yo, resulta todo un espectáculo para el personal. Algún gracioso incluso hace la señal  del dedo índice pasado por el cuello ya que, normalmente, cuando te llaman al despacho del mariscal es porque te van a echar o, como poco, que te han transferido al campo de Casiguas, en la selva donde abundan los indios motilones y donde el personal  tiene que ir armado.



Mr.Nelson me indica que están muy contentos conmigo y que tienen un trabajo para mi en Caracas. Debo presentarme dentro de una semana en las oficinas de la capital.
(Más tarde me entero de que mi padre tiene un conocido del Rotary Club que es director de la Caribbean y que ha dado el empujón para que pueda reunirme con la familia).

Esa noche le he dado la noticia a Matilde y excuso decir cuál ha sido su reacción.  Mantendremos una relación epistolar (*) y viajaré a Maracaibo cada vez que pueda. Un panorama poco prometedor, lo sé.

Me marcho de Maracaibo con tristeza, jurando que volveré pronto.


(*) En 1945 no se había inventado aún éso de los video-chat como, sin duda, sabréis.
 NB Un beso para M. en nuestro 59 a.

8 comentarios:

  1. VAya Bwana, las influencias en este casos fueron tu problema.
    Gracias, me has hecho realizar un ejercicio de memoria para recordar mi primer beso.

    ResponderEliminar
  2. Bonito, bonito, bonito todo el capítulo de hoy. Se ve que era Ud. bastante astuto en ardides de despiste para estar con M.

    El disco ese me gusta porque son los ruídos (músicas) que a mí me molan. Los ruídos de ahora deben de ser para oirlos mientras se va montado en una moto muy potente.

    El Doctor era más astuto que su hijo. Sabía por dónde debía maniobrar.

    ResponderEliminar
  3. Lo de las mudanzas de verdad que es alucinante, Bwana. ¿Cuántas van ya?
    Respecto a su traslado a Caracas, sólo decir que a veces no hay mal que por bien no venga ;)
    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. D. MAMUMA:
    Siempre es bueno recordar cosas agradables, ¿no le parece?

    ResponderEliminar
  5. D. Javier:
    Los ruidos de ahora no los aguanto ni en motocicleta. Me parecen la negación absoluta de la música.
    Mi padre terminó sus días ejerciendo la medicina en Cataluña, que era lo que le "molaba". Ya lo contaré.

    ResponderEliminar
  6. Dª maharani:
    Mis mudanzas son infinitas. He perdido la cuenta.
    Asi es, no hay mal que por bien no venga, comprobado está. :)

    ResponderEliminar
  7. De nuevo retomo sus memorias Bwana (el que inventó al trabajo, y sobre todo las cargas de trabajo, era un malnacido).

    ¿la música? estupenda, sin infravalorar los actuales ruidos, bueno no tan actuales, country, clásica, doo-wop, techno... todo tiene su momento.

    Pero vayamos a lo suyo, tierna historia la suya y M (muy bondiano), me va a disculpar pero estaré un poquito más pendiente de esta historia que del resto, oh l'amour...

    Lo dicho, bienvenido de nuevo.

    ResponderEliminar
  8. D. isra:
    Bienvenido Vd. a éste su blog. Y lo digo con alegría ya que pertenece Vd. al extraordinario e inteligente grupo interesado en estas memorias.

    ResponderEliminar