lunes, 27 de febrero de 2012

LA DÉCADA PRODIGIOSA

Empezamos los felices años 50 mudándonos a una quinta (chalet)  en la Avenida Las Acacias, en  la zona de Sabana Grande; mejor dicho, a dos, porque estuvimos unos meses en una, con un gran jardín y luego nos cambiamos a otra, de dos pisos, situada detrás de la casa de los propietarios. Puede considerarse como la última vivienda que habitamos en Caracas toda la familia.

Imágenes de la calle Sabana Grande

A principios de 1950, trasladan a mi padre a la medicatura de La Cañada, un pueblo al sur de Maracaibo. No le hizo ninguna gracia, pues estaba feliz en Baruta, tan cerca de Caracas. Pero el ministerio de sanidad tenía preferencia por los médicos criollos y, cuando salia una promoción de la Universidad, el recién graduado podía escoger destino, aunque estuviera ocupado por médicos extranjeros. Y Baruta era muy goloso por su cercanía a Caracas.

Casa de La Cañada

Aproveché unos días de  vacaciones  para ir a visitar a mis padres y, de paso, ver a Matilde en Maracaibo. Hice el viaje en un avión de la Línea Aeropostal Venezolana, LAV, más tarde identificada como Le Aseguramos Velorio, por su tendencia a estrellarse. Aprovechando mi visita, la madre y tías de Matilde me invitan a recorrer los templos de la ciudad, cosa que acepto con resignación, aunque me niego a entrar en las iglesias, causando bastante desconcierto. Les aclaro que aún estoy muy influído por las consecuencias de la guerra en España y se quedan, más o menos, tranquilas. Tras el incidente no me vuelven a dejar ni un minuto a solas con la chica. Todavía la volveré a ver, dentro de un año, en La Guaira, cuando salían en barco hacia el Vaticano para no sé que celebración católica.

En la Shell me han ido bien las cosas, ya que el año pasado me trasladaron a la Sección 11, donde se lleva el control de gastos de las agencias y depósitos de ventas y me acaban de nombrar jefe de la misma. Hubo ciertas reticencias, según mi antecesor,  por mi corta edad, 24 añitos, pero el jefe del departamento, Mr. Viney, parece que confía en mi persona.

Al mando de la A-11

Tengo unos ayudantes sensacionales: José de Luca, un napolitano casado con una venezolana, hija de un coronel del ejército. Eliecer Solís, caraqueño, también casado; y otros tres,  Aguiar y Rivera, solteros y Villalobos, un maracucho que vivía en los USA y que se ha traído una americana de esposa. Además tengo secretaria, la Sra. Cristina Valitutto, también caraqueña y muy apreciada por Mr. Hatherley, el jefe de mi jefe, a quien le debe parecer guapísima, al contrario que a mi.  Todos somos jóvenes,  entre los 25 y los 35 años y con un buen humor y ganas de broma permanentes.

Aguiar es un caraqueño poco usual, ya que ni bebe ni le gusta la pachanga.  Rivera es de Maracaibo, muy bien educado, con una piel aceitosa que le obliga a pasarse constantemente el pañuelo por la frente. Tiene un gran parecido con Peter Lorre:


Por su parte Villalobos habla con un acento mezcla de maracucho con yanqui y está siempre sonriendo. A pesar de hablar inglés, la empresa no tiene grandes esperanzas en él.

Aguiar, Rivera y yo nos hemos hecho buenos amigos y compramos, en comandita, un poderoso Lincoln para ir de excursión a las playas.


El carro está en peores condiciones que el de la foto y por esa razón nos lo han puesto muy barato. Como tenía el techo  deteriorado, mis amigos le instalaron unos trozos de lona, pero que eran de distintos colores, con lo que el coche ha quedado hecho un asco. Encima nos ha fallado el motor, un 12 cilindros en línea  y hemos terminado vendiéndolo como chatarra. Como ya he contado, terminé comprándome un Hudson para mi uso particular.

Hace poco ha sucedido un incidente que nos ha recordado que vivimos en una dictadura. Íbamos Solís y yo en el coche de De Luca, cuando otro carro ha hecho una maniobra imprudente provocando la protesta de De Luca. Al momento han salido dos funcionarios, armados con pistolas, han sacado del coche a nuestro amigo y se lo han llevado detenido. Solís y yo nos hemos quedado boquiabiertos y hemos telefoneado a su mujer inmediatamente. Más tarde nos enteramos de que el suegro de De Luca, el coronel,  ha tenido que remover cielo y tierra para conseguir sacarlo, a las 24 horas, de la cárcel.

Aunque la persecución de políticos y las injusticis fueron  terribles, al haber del dictador hay que apuntarle su afán por modernizar las carreteras e impulsar el desarrollo de la construcción. Su gobierno dejó una cantidad de obras de calidad sin precedentes, entre éllas, la autopista Caracas-La Guaira, el Círculo de las Fuerzas Armadas, la Planta Siderúrgica del Orinoco, el Sistema de Electrificación del Río Caroní, el Centro Simón Bolívar, las urbanizaciones obreras Unidad Residencial El Paraíso y Ciudad Tablitas, y la ciudad vacacional Los Caracas.

Al César lo que es del César.

11 comentarios:

  1. Hombre, Don Bwana, se ha convertido a los 24 años en todo un ejecutivo de empresa yankee. No está nada mal.

    El Doctor sigue con su afición a los cambios de casa, para no variar. Y la pobre Matilde siempre bajo la Gestapo.

    Es impresionante la pinta de ese Lincoln y además eran de 12 cilindros. Qué barbaridad. Los coches potentes de ahora son de cuatro y los muy poderosos de 6 cilindros. Aunque creo que aquellos 12 cilindros de aquellos carros americanos no estaban tan revolucionados como los de 4 de ahora, y por eso tenian motores muy potentes pero llegaban a alcanzar grandes velocidades. Eso sí, podian arrastrar un tren de mercancias.

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  2. Quería decir NO ALCANZABAN GRANDES VELOCIDADES.

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  3. Bwana.
    Muy ingenioso lo de "le aseguramos velorio".
    Por otro lado llevaba usted una carrera profesional meteórica.
    Me imagino el coche con la capota de colores.
    Saludos

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  4. Hicieron bien en "chatarrear" ese coche, con esa capota no habría subido ninguna chica "decente".

    Y cómo cambian los tiempos, ahora con 24 años están en la ESO quemando contenedores y Vd. elegante, distinguido y "mu pofesional", hoy con esa carrera sería tildado de fascista y obligado a marcharse destepaís.

    Que grande lo del "rebautizamiento" de la LAV... ni que fuesen rusos.

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  5. D. Javier:
    En aquellos años, en Venezuela el precio de la gasolina era ridículo y no había problema para alimentar esos monstruos de 8 y 12 cilindros, con un peso de 2 toneladas. Pienso que los coches modernos han mejorado la visibilidad del conductor y los frenos, pero los "haiga" le dejaban a uno la sensación de estar al mando de un bólido.

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  6. D. MAMUMA:
    Mi carrera en la Shell fue bastante lenta, en mi opinión. ¡Cinco años dándole al archivo de tarjetas!
    Saludos

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  7. D. isra:
    Había que ser un valiente para subir en uno de esos LAV de la época.
    Lo mejor de trabajar en la Shell era el compañerismo que había entre el personal.

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  8. Menuda pinta de "Galan" que tiene usted en ahí en su puesto de jefe y ademas se le ve disfrutando, si señor. Estupendas las fotos también. Me pregunto si el calor es ¿Húmedo o seco? se ven muchas nubes de esas blancas de una humedad espantosa.
    Saluditos.

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  9. D. Zorrete Robert:
    Muy amable.
    Tiene Vd. razón en lo de la humedad. Gracias a élla, la vegetación es formidable. Y el clima de Caracas, a 920mts. de altitud, primaveral.
    Saludos

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  10. Sí, sí que está guapo el Bwana en esa foto.
    Con su experiencia creo que en una empresa de mudanzas se habría forrado.

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  11. Dª maharani:
    ¡Muy agradecido!
    Lo de la empresa de mudanzas se me ocurrió demasiado tarde.

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