viernes, 30 de marzo de 2012

EL CURSO 2ª PARTE (jolly good)

Tanto Montiel como yo estamos bastante fastidiados por la precisión británica alrededor del reloj. Pretender comer o beber algo fuera de las horas establecidas es imposible. Había un bar, cerca del hotel, donde tratamos de beber una cerveza, como cualquier ciudadano libre cuando tiene sed. Sólo podían servir bebidas si se pasaba al comedor anexo y se pedía la cena. Como ya  cenado en un chino de los alrededores, donde se comía tan mal como en cualquier restaurante inglés, pero  más barato, no nos apetecía repetir.

Días después descubrimos que el boxeador (el portero del hotel) vendía cerveza fría a cualquier hora. Un estupendo hallazgo que, además, me reconcilió con el personaje que empezó a decirme "¡Good night!"  cuando llegaba de madrugada al hotel.

Ese día fue una excepción porque solía ir acasa todos los días y regresar a dormir al hotel. Maite me contaba sus experiencias en el barrio para comprar la comida acompañada por las niñas. Alababa mucho las botellas de leche que dejaban en la puerta de casa, con tres dedos de nata. Junto al pan de molde y el jamón, era lo que más les gustaba a las niñas. Un día llevó un traje a la tintorería y, al recogerlo, observó una mancha que no había sido eliminada. Al reclamar, recibió la siguiente curiosa respuesta de la empleada.

-"Just ignore it"

Los sábados y domingos salíamos de excursión a los numerosos y estupendos parques de la ciudad, llevándonos la comida para hacer el correspondiente "picnic". Las niñas estuvieron felices cuando las llevamos al magnífico zoo de Londres.


Un domingo fuimos a un restaurante que me habían recomendado, no recuerdo el nombre, pero nos sirvieron el clásico steak con guisantes. A Elvira, mi segunda hija, a la que le encantan los guisantes, los encontró tan duros que se dedicó a soplarlos a las mesas vecinas. Tras el correspondiente bochorno resolví no repetir la jugada. Otro domingo llevé a comer a la mayor a un restaurante italiano. Quedó tan impresionada por haber salido sola con su papá que, todavía en la actualidad, recuerda los platos que se comió.

Al terminar nuestro trabajo en "Group Accounts", Mr. Clapperton y señora nos invitaron al Royal Albert Hall


Maite se aburrió bastante porque no le gusta la ópera y daban nada menos que Madame Butterfly. Además estaba preocupada por las niñas porque las habíamos dejado con una "babysitter" con la que no congeniaban demasado.

Nos trasladaron a unas nuevas oficinas en las que empezaron a darnos el curso propiamente dicho. Resultó muy interesante enterarse de la relación de Shell con los seguros y las finanzas mundiales. Nos llevaron a conocer la bolsa y el famoso Lloyds.

Al término de los diez días que duró, fuimos a visitar las oficinas principales en La Haya, donde, como ya sabíamos, está el 60% del capital del grupo.


En Holanda, al fin, pudimos disfrutar de una libertad de horarios largamente anhelada. Se podía comer a las 3 ó las 4 de la tarde en cualquier restaurante sin ningún problema y beber cerveza cuando a uno se le antojara. 

Los cursillistas nos despedimos en Amsterdam, donde nos habían preparado una fiestecita y cada uno tomó el camino hacia su casa, excepto servidor que tuvo que volver a Londres para recoger a la familia.

En vista de las catástrofes aéreas tan abundantes en aquella época, resolvimos volver a Venezuela por barco. No fue sencillo cambiar los pasajes por avión por un viaje trasatlántico, pero lo conseguimos. Tomamos un tren de Londres a  Portsmouth para embarcarnos en el "Antilles", de la Cie. Gral. Trasatlantique"

AD: Entre las expresiones inglesas que me han llamado la atención, por no haberlas oído antes, recuerdo estas dos:
              "jolly good", que suena como "charly gud" y que significa "estupendo"
              "bloody" o "sangriento", el taco más fuerte que tienen los ingleses.

miércoles, 28 de marzo de 2012

EL CURSO lª PARTE (Currando en Londres)

Ha llegado el día de comienzo del curso y emprendo el largo viaje por metro hasta la estación de Bank. Subo en el metro de Putney Bridge, en la District Line y cambio en Kensington a la Central Line, que me dejará en Bank. En Londres se paga según el trayecto a recorrer. A la salida hay un revisor, al que se le entrega el billete y   comprueba si ha pagado uno correctamente. Si has perdido el billete, se te cae el pelo.

La estación de Bank permite el acceso a la zona donde están el Banco de Inglaterra, la Bolsa, Lloyds y demás pesos pesados de las finanzas. Las oficinas de la Shell están desperdigadas por varios edificios de la zona, pero tengo que ir a la calle Threadneedle (un nombrecito facilón) donde se supone que está el departamento de Personal. Menos mal que he salido una hora antes, porque me ha costado D. y ayuda encontrar el sitio.
Por el camino he presenciado un espectáculo curioso, al que me acostumbraré de tanto verlo, como son las bandadas de personal que van a la oficina, con sus paraguas, sus bombines y llevando un paso militar. Muy elegantes, pero asustan con ese ruidoso taconeo y ese paraguas amenazador.


En la oficina de personal  se celebra  una reunión en la que estamos los participantes en el curso y el inefable Mr. Robinson que nos detalla el plan a seguir. Nos hospedaremos en el hotel Windsor (hoy día Windsor House) y recibiremos una asignación de siete Libras para pagar el hotel y otros gastos. Le digo que yo no necesito hotel porque tengo un estupendo flat en Putney, pero me avisa que, en ese caso, mi asignación se reducirá a la mitad. Para fastidiar  acepto ir al hotel. Iré a dormir a casa aunque se empeñen en separarme de mi familia. Nos entrega unas tarjetas para comer en la cafetería que llevan llevan marcados los días en que  tienen validez.

Los compañeros de curso vienen de varias partes del mundo donde Shell tiene afiliadas. Adén, Nigeria, Argentina, Ghana y Japón han enviado a sus representantes; también está Hely Montiel, maracaibero, del departamento de Tesorería, en  Caracas. Venezuela goza del privilegio de enviar a dos personas, por su importancia en la organización.

Aunque no debo mezclarme con hispano hablantes, por el aprendizaje de inglés, la simpatía de Montiel hace que congeniemos enseguida y seamos grandes compañeros durante el curso. Por cierto que nos espera una sorpresa al comienzo del mismo, pues la primera parte consiste en ayudar al personal local en la consolidación de los resultados de las afiliadas Shell en el mundo. En pocas palabras, venimos a currar en firme.

Nos reparten entre las diversas secciones de la División "Group Accounts" localizada en la calle Bishop y me corresponde la de Impuestos e Inversiones, que dirige Mr. Clapperton, un cincuentón que trabajó en Venezuela. El sistema utilizado para la consolidación  de resultados consiste en colocar los informes de las afiliadas en una especie de tablero de dos metros para sumar horizontalmente los números y obtener un total por concepto. Este trabajito se va haciendo a medida que llegan por correo los datos y depués de verificarlos y corregir anomalías (así se hacían las cosas antes de la era de los computadores). Me parece algo raro que consoliden los resultados de España en el área de "África & Middle East", pero imagino que será por su antipatía al franquismo.

Como hay días en que no hay nada que hacer, me entretengo saliendo a pasear por los alrededores. En ocasiones me acompañan Montiel y Joe Banson, un ganés muy simpático  y no muy amigo de los británicos.  Al nigeriano, que también suele reunirse con nosotros,  le apodamos "el rayao" porque tiene unas marcas en la cara, fruto de unos cortes que acostumbran a hacerles a los niños y que los dejan señalados para toda la vida. "El rayao" está avergonzado de esa salvajada y trata de disimular las cicatrices con diversos ungüentos.

Me llama la atención el trapo limpio que me encuentro todas las mañanas en el escritorio. Supongo que es para limpiarse los zapatos y a esa labor lo empleo. Montiel se parte de risa pues, según me dice, se trata de una toalla para secarse las manos en el baño.
Mr. Clapperton me dice  que le pida la llave del baño "senior"cuando la necesite.
Los demás irán al servicio general  del personal "junior". Montiel también disfruta de ese detalle, por venir de Venezuela, supongo.
El almuerzo en la cafetería es un ejemplo clásico de la manera de ser de esta gente. Hay que hacer  cola para enseñar la tarjeta a un gachó, cuya única misión es perforarla en el día correspondiente. De allí se pasa al mostrador de autoservicio, se coge una bandeja, platos y cubiertos y se desfila mientras  van colocando en los platos lo que uno indica. ¡Ay de ti si te equivocas u olvidas recoger el postre! O si, cosa rarísima, te ha gustado algúna cosa y pretendes repetir. Nada de éso está previsto.

Al terminar la jornada nos trasladamos en metro al hotel Windsor.


Desde la parada en Lancaster Gate hasta el hotel hay una buena caminata bordeando los Kensington gardens, unos 500 metros. Allí nos reunimos los participantes, junto a un  "counselor" inglés que nos han asignado, para hablar de nuestras experiencias en el trabajo. Terminamos a las 6 de la tarde y nos reunimos en el bar del hotel para tomar unas copas. El primer día invita Montiel a todo el grupo; el segundo lo hago yo; el tercero, vuelve a invitar Montiel, porque nadie hace señal de pagar, por lo que decidimos no tomar más copas.

A las 6 y media salgo disparado a Putney. Hay un autobús que deja cerca de casa pero los cobradores que van en el autobús, donde hay que pagar según el trayecto, nunca me entienden cuando pido un billete para Putney. Lo mismo da que pronuncie "patny", que "patney" o "putney", tengo que escribirlo. Al final he resuelto viajar en metro.

Tras unas horas con Maite y las niñas, subo al último metro que sale de Putney Bridge a las 12 de la noche y llego al hotel más o menos media hora después. En la puerta del hotel hay un fornido portero, con pinta de boxeador, que me saluda con un sarcástico "¡Good MOORNING!"(bien subrayado el "morning" por si no me enterado de que llego tarde).

Me ha correspondido una mini-habitación desde la que puedo disfrutar de los tejados de otros edificios tan viejos como el hotel. Montiel presume de la suya, también mini, pero que da a la fachada del hotel. A los pocos días se queja de los ruidos causados por los borrachos en la calle, que no le dejan dormir.

Para llegar al comedor del hotel tengo que recorrer un montón de pasillos y subir y bajar escaleras. Este hotel  está hecho de la unión de varios edificios y parece un laberinto. El desayuno tiene su protocolo, que no nos han enseñado. Así que cometemos el grave error de entrar en el comedor y sentarnos en la primera mesa que vemos vacía. No hacen caso a nuestras llamadas y ningún camarero se acerca. Hay que salir del comedor, acercarse a una especie de maitre y pedirle mesa. Una estupidez digna de esta gente.

Montiel pide queso para desayunar (costumbre venezolana) y la camarera, asombrada exclama: "Cheese in the morning?".  Ante la insistencia de Montiel, trae una tabla de quesos estupenda, con más de media docena de diferentes quesos.


Montiel está entusiasmado y se sirve una buena ración de cada clase. Joe Banson, el ganés, se acerca a nuestra mesa para aprovechar el banquete. No tarda en venir a retirar la tabla la asustada camarera.

Cuando terminen los trabajos empezará, en serio, el curso de Finanzas que, supuestamente, hemos venido a recibir en Londres.

Ya veremos.

martes, 27 de marzo de 2012

DE BILBAO A LONDRES

The Cumberland hotel

Ya estoy de nuevo en este antiguo hotel ubicado en pleno centro de Londres, en Marble Arch donde, como dije, te limpian los zapatos por la noche. A la mañana siguiente, mientras estoy desayunando y tratando de leer un periódico (dificilísimo de entender para mi  nivel de inglés),  aparece una noticia sobre una catástrofe aérea. Dice que "un avión de KLM que se dirigía de Madrid a Caracas cayó al mar al mar, a pocos kilómetros de Lisboa". De repente recuerdo que mi familia viajaba en ese mismo avión y se me atraganta el desayuno. Telefoneo a Bilbao y localizo a Maite. Parece que era el mismo avión pero en el vuelo de regreso.

"No me había dado cuenta de  lo irrespirable que es el aire aquí", me dice Maite. "Ana ha cogido una gripe y las otras dos están bastante pachuchas".
Resolvemos cambiar nuestro Plan de inmediato. Las iré a recoger a Bilbao y nos trasladaremos todos a Londres. Mis intenciones de no pronunciar una palabra en español mientras estoy concentrado en el inglés, se han ido a tomar viento.

Como no hay vuelo Londres-Bilbao, tengo que hacer escala en Madrid. Sin salir de Barajas, pillo un avión a Bilbao y allí me reuno con mi familia. Ha sido un reencuentro  muy emocionante Me cuentan que llegaron a Madrid y se fueron  unos días a Alicante con mi hermana, pero enseguida marcharon a Bilbao. Que no les ha gustado nada lo que han visto de España y que les parece todo muy viejo y oscuro.

Resolvemos marcharnos al día siguiente con un taxista que nos han recomendado. Antes mi mujer quiere presumir de la gastronomía local y me lleva a comer las famosas sardinas asadas de Santurce. He despachado docena y media de ese delicioso manjar y reconozco que mi padre tenía razón cuando elogiaba a la sardina como el pescado auténtico.


A la mañana siguiente nos espera el taxi, un 1500 con bastante mala pinta, pero con un chofer muy simpático y que dice ser un veterano de las carreteras francesas y yo me lo he tragado.  


El viaje a través de Francia ha sido épico, con las tres niñas y parando en cuanto restaurante de carretera encontrábamos. Encima nos ha pillado una tempestad y varias partes de la carretera estaban cubiertas de ramas y árboles caídos. El chofer tenía que andar con mucho cuidado y el copiloto, un servidor, con los ojos como platos. Para colmo el tipo no conocía el camino y se ha despistado en varias ocasiones, perdiéndonos por la zona de Le Mans. Finalmente hemos llegado de noche a Calais y hemos dormido, agotados, en un hotel.

Al día siguiente tomamos el ferry que lleva a Dover y allí agarramos un tren a Londres.Un taxista que nos ha recogido en la estación de Londres, ha mirado de reojo a las niñas y se ha mostrado pesimista cuando le he pedido que nos lleve a un hotel. Según dice, los hoteles no quieren niños de esas edades, pero probará por la zona de South Kensington. Tras recibir la negativa de los dos primeros hoteles, bajo yo solo en el tercero y alquilo una habitación sin mencionar al resto de la familia. Una vez pillada la llave, las saco del taxi y hacemos una entrada triunfal en el hotel. Se produce una sorpresa general y me dicen que tendremos  que marcharnos a la mañana siguiente.
Telefoneo a Mr. Robinson, el jefe de personal de Shell en solicitud de ayuda para encontrar alojamiento y me dice que no está previsto en el reglamento del curso que vaya uno con la familia. Llamo a los Harris, la pareja con la que iba a pasar una semana hablando inglés y acceden, no sin cierta reserva, a que nos hospedemos en su casa mientras encontramos un piso. Mr. Harris es un funcionario de Correos jubilado que me había hablado mucho de su hobby con los trenes eléctricos.


Misteriosamente no ha vuelto a mencionar el asunto y sospecho que ha encerrado sus pertenencias a cal y canto, ante la presencia de gente menuda. Nos han recomendado algunas agencias de alquiler para que nos mudemos y, a los tres días, conseguimos que una viuda, algo estrafalaria, nos alquile la segunda planta de un  chalet en Putney Hill, cerca de Wimbledon. A pesar de unos muebles más antiguos que la propia dueña, tiene un hermoso jardín donde podrán retozar las niñas.

Como  se quejaban del frío, a pesar de que estamos en pleno junio, hemos ido a comprarles unos abrigos a unos almacenes que nos recomendaron los Harris. Nos ha parecido una tienda impresionante, pero algo carilla.

Harrods of London

Unos días después mi hija mayor se siente mal y Maite la lleva a un hospital cercano. Es de la Seguridad Social británica y la tratan estupendamente. El médico quiere hacerle unos análisis y las internan en un cuarto privado a las dos: a la niña, como paciente y a la madre, como acompañante ya que puede traducir al inglés lo que dice la niña. Un trato magnífico que, encima, no nos cuesta nada. Todavía mejor, encuentran a la niña perfectamente sana.

Nos ha impresionado la actuación de la seguridad social de este país. Ignoro cómo funcionará en la actualidad, aunque me huelo que debe haberse deteriorado con tanta inmigración.

lunes, 26 de marzo de 2012

LONDON - Los Young

Ha llegado mayo de 1961 y ya hemos puesto en marcha nuestro Master Plan. Maite y las niñas se han mudado a casa de sus padres con toda la parafernalia incluída (cuna de la pequeña, maletas con ropas, libros, etc.etc.). Un vecino, chileno, nos ha comprado los electrodomésticos y el Buick, no sin cierto pesar por deshacernos de tan estupendo coche. Tan estupendo que, según nos enteramos más tarde, el chileno sufrió un accidente gravísimo al despeñarse por la carretera de los Andes y salvó la vida gracias a la fortaleza del coche.

Saldré en una semana con destino a Nueva York por indicación de la empresa que quiere pase unos días en sus oficinas de la Gran Manzana. De allí tomaré el vuelo de Pan American a Londres.


Dos semanas después saldrá Maite con las niñas de Caracas a Madrid y estará unos días con mi hermana mayor, que se encuentra en España, antes de viajar a Bilbao a casa de su familia. Cuando termine mi curso, volaré a Bilbao, las recogeré y pasaremos una semana en Madrid, antes de regresar a Venezuela. Este es nuestro sensacional plan, tan largamente madurado. Con el paso de los años me parece una locura.

De momento me encuentro en Nueva York, asombrado ante esos espectaculares edificios y sus fantásticas tiendas. Los compañeros de Shell me han llevado al Radio City Music Hall y me he quedado con la boca abierta al ver esas bailarinas y sus 40 pares de piernas al aire. También he subido al Empire State building, dado una vuelta a la isla a bordo de un ferry y comprado unos zapatos  Florsheim sensacionales, de piel de puma, según me dijeron. Lo más cómodo que he llevado en la vida.


Lo que no ha ido tan bien ha sido mi desenvolvimiento en el idioma. No sé si porque estoy acostumbrado al british y el inglés-americano es diferente o porque estoy muy crudo para entenderme con esta gente. He tenido que comer en un restaurant automático porque no me aclaro con los camareros.

La empresa ha sido generosa y me ha dado un billete de 1ª clase para el vuelo Nº 1 New York//London de Pan American.


La comida y la bebida en el avión han sido estupendas, incluyendo una tanda de caviar con vodka (pese a que estamos en plena  "guerra fría") y me he sentido millonario durante unas horas rodeado  de unos tíos con pinta de jeques y altos ejecutivos, uno de los cuales, vecino de asiento, me habla de cotizaciones en Bolsa como si yo fuera de la panda.

Londres, desde el aire, me ha parecido inmensa, aunque con edificios enanos al lado de los que acabo de ver en NuevaYork. Paso mi primera noche británica en el hotel Cumberland y saldré a la mañana siguiente en tren hacia Andover. Por cierto, me ha gustado la costumbre de dejar los zapatos a la puerta de la habitación y encontrarlos pulidos a la mañana siguiente.

Me dirijo a la Waterloo Station donde, según creo, sale el tren hacia Andover. No he visto un tren desde que salí de España pues en Venezuela sólo existía algo parecido que iba de Caracas a Los Teques, más tranvía que tren. Con bastantes apuros logro meterme en el vagón correcto y consigo bajar en la estación de Andover. Allí me espera Mr. Young con su Morris y me lleva al su casa en Gable Cottage.



La señora Young es simpatiquísima y me conduce a mi habitación, en la segunda planta. El marido trabaja en el Banco de Inglaterra y sale todas las mañanas con su coche hasta la estación, lo deja allí y toma el tren a Londres.

No logro entender ni el 25% de lo que me hablan, pero me dicen que no me preocupe porque en esa parte de Inglaterra, Hampshire, tienen un acento complicado y que, en un par de días, llegará su hijo Robin que estudia filología en Oxford y habla un perfecto inglés.

La ducha tiene ciertas complicaciones ya que tengo que avisarle a la señora para que ponga el agua caliente a funcionar. Como estoy acostumbrado a la ducha diaria y no parece que sea ésa la costumbre de la casa, le he dicho que me cargue un extra en la cuenta, pero se ha negado. En compensación le he pedido que me encargue alguna tarea en el jardín y me ha mandado a recoger fresas.

Ha llegado Robin junto con otro estudiante, al que llamaremos Roger, que también ha alquilado una habitación. No recuerdo su nombre pero sí lo fuerte que le rugían los alerones; nunca dió problemas con la ducha.

Robin Young nos ha llevado todos los días en el Morris a conocer la preciosa campiña inglesa (¡qué diferencia con el campo venezolano!, aquí se puede uno tumbar en la hierba y no te pica la macagua). También me han llamado la atención las magníficas carreteras que recorren todo el campo. Son estrechas, pero adecuadas para la circulación de estos mini coches.


Nos ha llevado a ver    las ruinas de Stonehenge , la catedral de   Winchester, el famoso Wite horse, cerca de Woolstone, una curiosa figura enorme, pintada a cal en la ladera de la única montaña visible en kilómetros.


Los vecinos renuevan la pintura durante la fiesta anual desde hace siglos.  

Al quinto día de excursión,  Robin pregunta si queremos seguir viendo  piedras, le digo que no y nos lleva a la playa de  Bournemouth.


Es muy típica la elegancia de estas gentes  al hacer alguna pregunta. Si uno tuerce el gesto o arruga la cara cuando ofrecen su clásico TE, preguntan:"Would you prefer something stronger?" (¿preferiría algo más fuerte?).  Es su manera de ofrecer una copa de licor.
Al menos en la playa  pudimos disfrutar de algunas vistas más modernas y vivientes. Como le había dicho a Robin que me gustaban los mariscos, me llevó a un chiringuito para que probara las renombradas ostras del lugar. Al ver el descomunal tamaño que tenían, lo menos pesaba medio kilo cada una, me dió cierto "repelús" y opté por unos langostinos de similar envergadura, pero menos inquietantes.

La Sra. Young nos preparaba unas viandas para las excursiones, que incluían huevos duros, jamón (delicioso) y los famosos pasteles de cerdo británico que no están mal con su cobertura de hojaldre:


Antes de regresar a casa, Robin estacionaba en alguno de los abundantes "PUB" de las carreteras y echábamos unas partiditas de dardos mientras bebíamos unas cervezas. Tanto Robin como Roger trasegaban las clásicas pintas de cerveza a temperatura ambiente pero yo prefería una Lager fría. Tomarse una cerveza fría en Inglaterra resultaba bastante complicado: en muchos casos había que pedir hielo para echar unos cubitos en el vaso y solían ser rácanos para aflojar más de dos o tres piezas. ¡Qué diferencia con los yanquis, que ponen hielo a batiburrillo por todas partes!

Terminó mi semana de inmersión en inglés fetén y me despido de esa familia tan agradable. En Londres vuelvo a hospedarme en el  hotel Cumberland, impresionado por la limpieza de zapatos.

PS:
Aviso a familiares, principalmente nietos y nietas: en su momento realizaré un test para verificar que habéis leído detenidamente estos episodios.

viernes, 23 de marzo de 2012

ATENTADOS Y LICENCIADOS

En 1960 Rómulo Betancourt, Presidente de la República fue objeto de un atentado con explosivos en la Avenida Los Próceres, en Caracas, cuando se dirigía al desfile del Día del Ejército.

Sufrió graves quemaduras, particularmente en las manos; junto a él iba el Coronel Ramón Armas Pérez, Jefe de la Casa Militar, quien murió en el acto.

En la memoria popular, este hecho tiene un matiz irónico, pues las notorias heridas de Betancourt, que apareció en público con las manos aparatosamente vendadas, provocaron que la gente recordara que días atrás, ante una acusación de malversación de fondos públicos, había proclamado "que se me quemen las manos si he robado dinero del pueblo".

Dios existe

En julio de 1960 los trabajadores-estudiantes que habíamos logrado terminar el bachillerato, pasamos nuestro examen final en la Universidad,  obteniendo el ansiado título de Licenciado en Contaduría. El anillo de graduado se lo entregué  a Maite por su inestimable ayuda en el logro de mi objetivo.

La revista Shell publicó un reportaje sobre el acto de graduación celebrado el 2 de agosto en la Facultad de Económicas, en  que recibimos los títulos  de manos del rector , Dr. Francisco de Venanzi, con la presencia del ministro de Educación, Dr. Rafael Pizani. Ambos personajes de enorme prestigio en la historia moderna de Venezuela. A esta primera promoción se le dió el nombre de "Promoción Simón Bolívar".


Como puede suponerse, todos los graduados organizamos fiestas para celebrar el éxito obtenido, oportunidad que aproveché para invitar a compañeros de la oficina y a los jefazos, por si éstos no habían leído la revista.

Pocos meses después, a raíz del final de un curso de inglés que daba la compañía en horas de oficina, el jefe de Personal  me notificó que había sido seleccionado para asistir al  Curso de Finanzas de julio 1961 en la oficina principal de Shell en Londres. Según me dijo, tenía suficiente nivel de inglés para desenvolverme en el curso. Yo no pensaba de la misma manera, por lo que decidí escribir a varias familias inglesas que recibían estudiantes en sus hogares. Me decidí por los Young, en Andover y los Hams, al lado de Londres. Me pasaría una semana con cada familia antes del curso, sumergido totalmente en british.

Como el curso duraba mes y medio y no quería estar tanto tiempo separado de mi familia, decidimos aprovechar la oportunidad para darnos todos un garbeo por el viejo continente y tantear el terreno para un eventual regreso a nuestros orígenes. Nos habían hablado tantas cosas buenas de España que queríamos conocerlas. Yo lo que recordaba eran los apuros durante la guerra, pero Maite todavía tenía muy presente a su querido Bilbao. Siempre solía cantar lo de aquel famoso inglés:




Nunca he entendido qué tienen que ver las americanas con su inmenso caudal con los ingleses. Misterios bilbainos.

El plan de viaje  fue muy criticado por nuestras familias paternas.
-¿Por qué no te vas tranquilamente al curso y dejas a Maite y las niñas en Caracas con nosotros?, preguntaba mi suegro.
La misma pregunta me  hacían mis padres.
Con 34 años y una reciente graduación universitaria, estos consejos me parecían tonterías de viejos y lo mismo pensaba mi mujer, a quien le iba la marcha tanto como a mi.

Con ilusión esperábamos la llegada del año 1961. 

jueves, 22 de marzo de 2012

ASUNTOS MÉDICOS

Transcurre el año 1959 con gran agitación política, ahora que los partidos  están en su salsa. Los que estudiamos de noche en la Universidad vamos pasando de curso sin demasiados problemas. También marchan de primera los exámenes de bachillerato y el curro van viento en popa. Si agregamos a todo ello mucho amor en el hogar, ¿qué nos puede importar si manda AD o el COPEI?

El 23 de enero, al conmemorarse el primer aniversario de la caída de Pérez Jiménez, nos visitó Fidel Castro.


Fue recibido como un héroe y aclamado por las multitudes. Sus interminables discursos eran escuchados en las calles mediante las radios de los automóviles que, estacionados al lado de la acera, abrían las puertas para que los paseantes pudieran oirlo.

En mi caso sólo me preocupa el tercer embarazo de Maite; la noto algo diferente a las veces anteriores. El médico me ha dicho que lo más probable es que, en esta ocasión, nazca un varón. Estoy algo mosca porque me recuerda el caso de Ramírez, un compañero de trabajo que tenía tres hijas y esperaba, desesperadamente, un varón. El ambarazo también parecía raro y pensó que había llegado la hora que tanto anhelaba. Le nacieron gemelas.

Aunque trato de no acordarme de enfermedades, que haberlas las ha habido como en cualquier hogar decente,  tengo que referirme a un par de casos que se produjeron este año en la familia. Mi hija mayor, Maite, tuvo un ataque de apendicitis y hubo que operarla de urgencia en el Centro Médico, afortunadamente, muy cerca de casa. Excuso decir el susto que nos llevamos mi mujer y yo.

El segundo caso  afectó a mi persona: sufrí unas fiebres muy extrañas y tuvieron que ingresarme en el Centro Médico, donde ya comenté, enviaban al personal de la Shell. Supongo que fueron fruto de mis excursiones por el interior de Venezuela y mi exposición a tanta fauna tropical, pero los médicos no daban con la causa. Más que la enfermedad me preocupaba que se aproximaba un examen de Física y no era momento de andar con contemplaciones. El día señalado me largué del hospital, ante la sorpresa del personal sanitario y me presenté a tiempo en la sala de examen.


Gracias a la ayuda de los compañeros, logré pasar el apuro, aunque sudando la gota gorda, no sé si por la fiebre o por el susto del examen. Por si es de vuestro interés,  las fiebres desaparecieron tan misteriosamente como habían llegado y aprobé el examen.

Eso de largarme de un hospital lo he tenido que practicar en varias ocasiones. Si observo que los médicos andan confundidos con mi enfermedad y no se aclaran, tomo las de Villadiego sin el menor pudor. La última vez abandoné una sala de urgencias porque no aguantaba las lamentaciones de un vecino moribundo. Si hay que firmar algún papel asumiendo la responsabilidad por el alta voluntaria, pues se firma. No me apetece ser conejillo de indias.


¿A ti qué te parece?
¿Qué será, será...?
 

El 4 de diciembre nació nuestra tercera hija. Los amigos y compañeros de trabajo se quedaron sin los puros y la botella de Old Parr que les había prometido si nacía varón.

Muchos años después, comprobé la buena suerte que había tenido por tener hijas en vez de hijos.

miércoles, 21 de marzo de 2012

RETROSPECTIVA

Mientras nos entretenemos con nuestras diversas ocupaciones y va cursando el año 1959, demos un vistazo a unas fotografías que he ido encontrando en el Baúl. Disculpen esta especie de sesión de diapositivas.

En la primera aparecen mi padre, a mano derecha y, a continuación, mi abuelo. Se encuentran en el cuartel de caballería de Valencia que comandaba el abuelo.



A continuación aparecen mis suegros con toda la famiglia vascongada.


En ésta aparece mi padre, conmigo y mi hermana, en Sort (Lérida)



Con mi tía Pilar y mi prima Ana Mary en Barcelona

Boda de mi cuñado José Luis y Milagros

Boda de mi hermana Elvira y Álvaro

Supongo que este post le gustará a Dª maharani, tan aficionada a las fotos (¡las fotografías,...!)

martes, 20 de marzo de 2012

EL CLUB PUERTO AZUL


La zona comprendida etre la cordillera de la costa (estribaciones de los Andes) y el mar Caribe, entre el puerto de La Guaira y la población de Naiguatá al este y entre La Guaira y Catia la Mar al oeste,  ha sido, tradicionalmente, el lugar de esparcimiento de los caraqueños. Cuando se construyó la autopista Caracas/La Guaira, en tiempos de Pérez Jiménez, la zona tuvo un enorme desarrollo turístico que se prolongó durante  los años 50 y posteriores. Se construyeron grandes hoteles, lujosos clubs de esparcimiento e innumerables urbanizaciones.

Desde La Guaira hasta  Los Caracas, debido al estrecho terreno existente en algunos tramos entre el mar y la montaña, había que usar una carretera de doble vía que serpenteaba por toda la zona.


Complejos turísticos como Tanaguarena, Caraballeda o Playa Azul eran frecuentados por gente de muchos posibles que amarraban sus yates, importados de Miami, en los puertos construídos al efecto y participaban asiduamente en la pesca deportiva del marlin ( pez espada).

En 1954 se fundó el Club Puerto Azul, cerca de Naiguatá y al lado del Club Playa Azul, con unas instalaciones magníficas, más completas y extensas que las de otros clubs de la costa. Se dividió el capital en acciones que fueron compradas por gente de clase media.

Faro enseña de Puerto Azul
Por invitación de unos amigos y vecinos del Parque Residencial, hemos conocido el club Puerto Azul y nos ha gustado tanto que hemos comprado una acción.  Además de contar con dos playas, una interior, en la bahía que forma el puerto y otra a la que llaman "oceánica", porque recibe directamente las olas del mar Caribe, hay varias piscinas, canchas de bowling (boleras), apartoteles, restaurantes, cafeterías y toda clase de espacios para practicar deporte. Los socios con más capital han comprado pisos en los edificios que se construyeron para accionistas y  tienen yates amarrados al estupendo puerto deportivo. Los accionistas más modestos, nos conformamos con alquilar apartamentos en las residencias Santa María, la Pinta y la Niña, también propiedad de Puerto Azul.

Vista de las residencias Sta. María, la Niña y la Pinta desde el puerto deportivo.

Nunca he estado en un sitio tan maravilloso y, durante un tiempo, tuve la ilusión de quedarme a vivir en ese paraíso si me tocaba un buen premio en la lotería, cosa que no sucedió, como es notorio.



Siempre que teníamos oportunidad (pocas, por desgracia) nos íbamos a pasar unos días allí, alquilando un piso y disfrutando de los deliciosos parguitos fritos que despachaban, recién pescados, en unos chiringuitos a la orilla de la playa. También se colocaban los vendedores de cocos que, una vez abiertos  por un extremo, podía tomarse su delicioso jugo con una pajilla.



A continuación "macheteaban" el coco para que uno pudiera comerse la carne. Al tratarse de cocos ni demasiado verdes ni demasiado maduros, tienen una carne tierna .

Otros familiares también se han hecho miembros del club y nos reunimos cada vez que podemos.
Mi hija mayor con sus primos Santiago y Carlos

La pequeña, bien sujeta a las faldas de su mamá

Las intensas lluvias de diciembre 1999 ocasionaron un tremendo corrimiento de tierras en todo el litoral, ocasionando el desastre natural más grave del siglo XX en Venezuela. La cifra de muertos se estima en 50.000 y el impacto económico, incalculable. El agua, bajando por las cercana montañas, con desnivles de más del 30%, causaron el desastre.


Torrentes de agua bajaban por estas montañas

El Club Puerto Azul no escapó a la tragedia, como muestra la siguiente  imagen del club social y restaurante principal:


Me informan que las reparaciones del desastre están terminadas actualmente.

viernes, 16 de marzo de 2012

EL 23 DE ENERO

El año 1958 empieza con importantes acontecimientos que reproduzco aquí de la prensa de esos días:


El 14 de junio de ese año AD, COPEI, PCV y URD (*) crearon la Junta Patriótica, un organismo de movilización de masas en contra de una posible reelección de Pérez Jiménez.

El 4 de noviembre, Pérez Jiménez informó al Congreso que se elegiría al próximo presidente a través de un plebiscito. Consistía en responder sí o no a la pregunta sobre la permanencia del Presidente en funciones y la aceptación de los candidatos del gobierno al Congreso Nacional, a las asambleas legislativas y a los concejos municipales. La maniobra del gobierno fue tan obvia que en el reglamento del plebiscito se explicaban las medidas en caso de ser afirmativa la respuesta -los postulados ocuparían los cargos inmediatamente-, pero no se especificaron en caso de resultar ganador el «no».

El 1 de enero de 1958, unos oficiales de la Fuerza Aérea en Maracay, bajo el mando del teniente coronel Hugo Trejo se sublevan. Aviones atacan  Caracas,  pero al día siguiente se rinden.
Este acontecimiento obliga al dictador a efectuar cambios dentro de su equipo de gobierno, donde dos figuras emblemáticas de su dictadura, como el ministro del Interior, Laureano Vallenilla Lanz y el director de la Seguridad Nacional, Pedro Estrada, son removidos de sus cargos y ambos abandonan el país, lo cual se interpreta por los movimientos políticos como una muestra de la debilidad del régimen.
Los estudiantes continúan sus manifestaciones y varios miembros del Gabinete Ejecutivo renuncian. Los barrios se unen a las protestas y hasta la prensa se declara en huelga.

Esos tanques pertenecen a los buenos, los alzados!











Caracas amanece sin prensa el martes 21 de enero.

Como la mayoría de los medios capitalinos son de circulación nacional, todo el país  se entera de que la huelga general decretada por la Junta Patriótica (**) ha estallado.
Las iglesias hacen sonar sus campanas llamando a la huelga.

El país se declara en Huelga general y el 23 de enero de 1958 las Fuerzas Armadas se unen al movimiento en contra del régimen.

Pérez Jiménez huye en el avión militar  “La Vaca Sagrada”

Al conocerse la noticia del derrocamiento, el pueblo se lanza a la calle, saqueando casas de adeptos al régimen y atacando la sede de la Seguridad Nacional, ubicada en la plaza Morelos e incluso funcionarios de estos grupos represores han sido linchados. Ejemplares de periódicos afectos al régimen sirven de hogueras.

Nuevo gobierno
En la misma madrugada del 23 de enero del 58, se anuncia la constitución de una Junta de Gobierno integrada por el Contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto, en calidad de presidente; y los coroneles Pedro José Quevedo, Carlos Luis Araque, Abel Romero Villate y Roberto Casanova.
Los últimos dos, que abortaron el movimiento del primero de enero, son obligados a renunciar siendo reemplazados al día siguiente por los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti.


El 31 de octubre de 1958 los partidos AD, Copei y URD firman un documento conocido como el Pacto de Punto Fijo en el que se establecía el respeto a la nueva institucionalidad, a los resultados electorales inmediatos, el establecimiento de un Gobierno de Unidad Nacional y la aplicación de un programa de gobierno mínimo común entre todos los factores que lo suscribían para el quinquenio 1959-1964. Pese al carácter del documento, el Partido Comunista fue excluido de la firma del mismo. 


En diciembre de 1958 se llevarán a cabo las elecciones, resultando electo Rómulo Betancourt.  Comienza el mandato de los socialistas por una buena temporada.

Excuso decir que todos estos acontecimientos nos la traen al pairo a los que trabajamos, estudiamos en la universidad y, encima, tenemos que terminar el bachillerato. También pagamos impuestos, como buenos ciudadanos y nos enteramos de las noticias por el periódico. Nuestro ardor político de la juventud terminó al nacer nuestro primer hijo.


(*) AD=Acción Democrática=partido socialista
     COPEI=Comité de Organización Política Electoral Independiente= socialcristianos
     PCV=Partido Comunista de Venezuela
     URD=Unión Republicana Democrática=centro izquierda.

(**) Junta Patriótica;

Fabricio Ojeda, lider de la Junta Patriótica

La resistencia a la dictadura tiene  una cara visible que une a diversos sectores del país. Se trata de la Junta Patriotica, organización creada en el mes de junio. Entre los impulsores de este movimiento destacaron Fabricio Ojeda, José Vicente Rangel y Amílcar Gómez, por URD, y Guillermo García Ponce del PCV. Luego se incorporó Moises Gamero, por el sector unitario de AD, quien al cierre del año sería sustituido por Silvestre Ortiz Bucarán. Sus objetivos principales eran defender la Constitución Nacional, convocar elecciones libres, evitar más presos políticos e instaurar un verdadero gobierno democrático.

Fabricio Ojeda se convirtió, años después, en guerrillero contra los gobiernos de AD.