jueves, 17 de mayo de 2012

EN LA COSTA BLANCA

La escasez de actividades en el negocio que había montado y el haber alcanzado tan  avanzada edad tras 45 años currando, me hicieron desechar la idea de meterme en otros negocios, por lo que decidí acogerme al sistema de jubilación anticipada a los 63 años.

Nuestra ilusión era tener una casita al lado de la playa donde pudiéramos respirar aire puro y entretenernos contemplando el ir y venir de las olas, pescando algún salmonete si se terciaba.   Después de algunos viajes de inspección por las costas peninsulares, llegamos a la conclusión de que la localidad de Moraira, en la Costa Blanca, era el sitio más adecuado para nuestro retiro. Era un lugar con un clima estupendo y sin las edificaciones monstruosas típicas de la costa mediterránea. Claro, todo debido a que contaba con una pequeña playa muy inferior a las vecinas Calpe o   Denia. Me vendieron un terreno en lo que llamaban "la milla de oro de Moraira" (¿cuántas millas de oro existen?) y encargué la construcción de un chalet al estilo de la región, rodeado por un bosque de pinos.

Si alguno de los lectores se ha embarcado alguna vez en una operación similar, conocerá  los dolores de cabeza y disgustos que representan las relaciones con constructores. Después de varios viajes a mi propiedad, discusiones con el constructor y cambios de última hora, la casa estaba terminada a principios de 1991.





Para financiar la operación tuve que vender el chalet de Monteclaro y la oficina de Pintor Rosales, tarea que resultó bastante complicada porque abundaba la oferta, como suele suceder cada vez que va uno a vender.. Finalmente  encontré a unas personas decentes que me pagaron  al contado  más o menos. lo que les pedía.
Nos mudamos con todos los bártulos a Moraira en  junio  de 1991 y pronto empezamos a encontrarle defectos a la nueva casa. Aunque me habían asegurado que no hacía falta calefacción ("¡Dónde va, hombre! Aquí el frío no existe"), cuando llegó el invierno había que dormir con tres mantas. Por otro lado, el agua de la zona tiene una cantidad enorme de cal, por lo que hubo que instalar un descalcificador al que acompañamos un sistema de filtrado por ósmosis   inversa para conseguir agua potable exenta de los abundantes nitritos del lugar.Un "pastón", dicho sea de paso.
 Durante algun tiempo tuve que procurarme los servicios de fontaneros, electricistas y otras gentes de mal vivir, con la mala suerte de encontrarme con chapuceros de primer órden. El peor de todos fue un sueco que me instaló un sistema de calefacción típico, según él, de las frías tierras escandinavas. Como por esos tiempos yo tenía gran confianza en los suecos, piqué como un panoli. Pocos años después tuve que tirarlo todo a la basura e instalar un sistema normal, el de toda la vida, porque pasábamos un frío de cuidado. Nunca pude reclamar nada al sueco, pues desapareció súbitamente de la zona (se hizo el ídem) como suelen hacer por aquí los innumerables extranjeros que montan y desmontan oficinas como por arte de magia.
En contra de mi política de no hacer modificaciones a la propiedad, en la casa de Moraira no he parado de cambiar cosas desde el principio. A los gastos antes contados, hay que agregar la construcción de un garaje, convirtiendo el original en otra habitación, instalar una piscina (la que se ve en la foto) y la incorporación a la misma de un sistema de calefacción por energía solar. Un problema, desconocido por nosotros, ha sido la suciedad de los pinos; muy bonitos y ecológicos pero que sueltan un polvo amarillo periódicamente, además de las semillas y la desagradable "pinocha" que deja todo hecho una pena. Al principio protestábamos por la manía local de talarlos, hasta que sufrimos en carne propia y en la de las plantas, sus efectos devastadores. No hay más remedio que deshacerse de esos árboles si se quiere tener un jardín más o menos decente.


Rodeados de pinos, muy ecológico, pero sucio

Ana y Pablo cuando nos rodeaba el bosque

Un año después de nuestra mudanza, empezaron a construir masivamente, eliminando el bosque de pinos y sustituyéndolo por chalets de variados tamaños. Una verdadera lata aue duró casi un año y los típicos abusos de albañiles (robándonos el agua), camioneros (bloqueando la entrada y rompiendo la valla) y otras gracias habituales del ramo.

Después de mi accidentado viaje por Francia y Suiza en 1976,  me había deshecho  del Mercedes, entregándolo en la Ford a cuenta de un modesto Ford Fiesta menos problemático. Posteriormente lo cambié por un poderoso Peugeot 405 que aquí aparece al mando de mi nieto Pablo:


Maite también ha cambiado su viejo Panda por un bonito Peugeot 206:


Por cierto, ¡qué cambio tan drástico en la actitud de los comerciales para con los clientes! Todavía recuerdo el trato recibido en Seat a mi llegada a España. Ahora te dejaban elegir direrentes modelos, te permitían dar una vuelta en el coche seleccionado y hasta invitaban a café. Estuve probando los modelos  BMW y Golf similares al Peugeot 405 y me decidí por este último, mucho más coche que los otros.

8 comentarios:

  1. DON BWANA tiene buen gusto porque también yo, si hubiera podido y razones profesionales me lo impedian, hubiera ido a vivir a esa zona. Entre Calpe y Denía en los años 1990 era una maravilla la tranquilidad y el clima.

    Pero creo que ahora está lleno de casas hasta en las cumbres y laderas todos los montes que circundan aquello.

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    1. Cuando escogimos ese lugar fue resultado de un profundo análisis de las costas españolas. Reconociendo que había lugares más bonitos (Maite insistía en Sopelana), el clima nos hizo decidirnos por Moraira.
      Efectivamente, la construcción exagerada también llegó hasta allí, aunque en menor medida que en Calpe.

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  2. Muy buen gusto.
    En cuanto a las obras,es muy raro poder escapar de los chapuzas,aun hoy en dia.

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    1. A ser posible, es mejor hacer uno mismo el trabajo. Al menos será una chapuza garantizada.

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  3. Ya llevaba un montón de entradas sin hacer una mudanza. Ésta es de categoría, pero no ponga tantas pegas al sitio, que es una maravilla.

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    1. A medida que va uno cumplindo años, las mudanzas se hacen más difíciles, aunque no imposibles.

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  4. Las sensacionales tardes con usted y su nieto Pablo jugando a la "gorda" no tienen precio. La gorda era una tendera de Moraira, gorda enormisima y de caracter, que con su perrito chihuahua nos mantuvo impresionados...no habia que desaprovechar ir a su tienda a por las mejores frutas y hortalizas del lugar. Ay la gorda y su tienda, menudo cuartelillo que le dieron D.Bwana. Y que decir de esas deliciosas tardes en la piscina tras las mañanas playeras...fue por un buen momento el paraiso y desde luego como el bacalao,a remojo. Bien merecida jubilacion la suya.

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  5. Buenos recuerdos en efecto. Me alegra comprobar que se está cumpliendo mi objetivo.

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